El oro negro tiene al borde del precipicio la economía del mundo. El precio del barril de petróleo ha aumentado a un ritmo sin precedentes, y las alzas no pretenden cesar; la OPEP cerró su costo medio en 114.28 $ este 28 de marzo de 2022, es decir, un 21.3 % más en tan solo un mes.
A diario y en todos los países, los derivados del crudo experimentan costos nunca antes sufridos; la razón principal proviene del conflicto entre Rusia y Ucrania, sobre todo debido a las sanciones contra los rusos, impuestas y promovidas por Estados Unidos en Occidente.
Con una producción anual de 10.7 millones de barriles de petróleo, Rusia se posiciona como el tercer productor a nivel mundial, según Bloomberg. La situación es más compleja en materia de exportación, debido a que el país euroasiático, es uno de los exportadores más fuertes del planeta en materia energética, y provee de petróleo y gas a grandes economías como la de Alemania, Reino Unido, EE.UU., Japón y Corea del Sur.
La aplicación de sanciones de parte de Estados Unidos y la Unión Europea, ha agudizado la situación, provocando un mayor aumento en los precios del crudo y otros suministros energéticos. El Gobierno de EE.UU. decidió prohibir la importación de petróleo, gas y carbón de Rusia, pero para los europeos este paso no es tan sencillo ni mucho menos viable.
En una conferencia de prensa, el portavoz de la Comisión Europea para Acción Climática y Energía, Tim McPhie, expresó que la dependencia del Viejo Continente hacia los combustibles fósiles de Rusia, podría extenderse al menos hasta 2027, reconociendo de esta manera lo indispensable que resultan los suministros rusos para los países europeos.
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El 40 % del gas consumido por Alemania proviene de Rusia, para el Reino Unido representa el 11 % de su consumo total y para Corea del Sur un 9 %. En este sentido, el Vice Primer Ministro de Rusia, Alexander Novak, declaró que Rusia es el competidor “más capaz” del mercado europeo. “Es bastante obvio que el rechazo del petróleo ruso conducirá a consecuencias desastrosas para el mundo, y el alza de los precios serán impredecibles, a más de $300 por barril, incluso más”, afirmó el funcionario en una rueda de prensa.
El encarecimiento del petróleo no solo afecta el precio de los combustibles, sino que también generaría mayores costos en la energía, el transporte, los fertilizantes y los alimentos, provocando una inflación a nivel global, con duras repercusiones en el bolsillo de las personas.
Seguridad alimentaria en riesgo
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ya ha advertido de un posible aumento de personas hambrientas a en el mundo, y desde inicios de 2022 el Fondo Monetario Internacional preveía una inflación de 5.6 % para las economías en desarrollo y de 3.9 % para las grandes economías. Con el conflicto entre Ucrania y Rusia, esta cifra podría alcanzar indicadores aún mayores, sin fecha fija de hasta cuándo acabaría.
David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos (PMA), informó que han tenido que recortar a la mitad el número de raciones entregadas a 8 millones de refugiados por el conflicto en Yemen y que en pocas semanas estas podrían recortarse a cero. “Y justo cuando pensabas que esto era malo, hay una guerra en Ucrania. El 50 % de los granos vienen de la región ruso ucraniana. Esto tendrá un gran impacto en los costos de los alimentos, el transporte, el petróleo y los combustibles. Justo cuando pensabas que no podría ir peor, se vuelve peor”, detalló con preocupación Beasley.
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Solo en Yemen, 17 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria, de estos, 2.2 millones de niños están severamente malnutridos y medio millón en desnutrición aguda. Sumado a esto, el 60 % de los habitantes de Yemen no saben de dónde vendrá su próxima comida.
A medida que las negociaciones entre Rusia y Ucrania avanzan, la posibilidad que el conflicto armado cese es aún mayor. Sin embargo, el fin de la guerra económica no es algo que se contemple a corto plazo, ya que la política de sanciones unilaterales impuesta por EE.UU., aunque es rechazada por la mayoría de países del mundo, es la principal estrategia utilizada por la potencia norteamericana.