El control absoluto sobre la narrativa de los medios de comunicación mundiales es un objetivo buscado por Estados Unidos, Europa e Israel, que han invertido fuertemente en grandes corporaciones mediáticas. A pesar de estos esfuerzos, su intento por minimizar el genocidio palestino ha fracasado en la batalla informativa.
Frente a las denuncias masivas de un evidente genocidio en Gaza en redes sociales, Occidente respondió con tácticas de censura que parecen anacrónicas en la era actual. Desde Europa, se han impuesto prohibiciones en plataformas como TikTok y las redes de Meta, bajo el supuesto pretexto de erradicar la desinformación.
Sin embargo, estas acciones no han logrado cambiar la opinión pública desfavorable hacia Israel. Incluso en su propio territorio, las encuestas indican que el 75 % de las personas atribuyen la responsabilidad del conflicto al gobierno israelí, mientras que un 56 % exige la dimisión del primer ministro Benjamín Netanyahu.