El mundo ha experimentado una transición radical de un calor extremo a un frío intenso. El inicio del año 2024 ha sumido a Norteamérica y Europa en una implacable ola de frío ártico, desatando ráfagas de nieve, hielo y vientos helados que amenazan con consecuencias mortales.
Este cambio meteorológico brusco plantea interrogantes sobre el impacto del cambio climático y sus manifestaciones extremas, enfrentando temperaturas mínimas sin precedentes y sumergiendo ciudades enteras en un frío paralizante.
Con temperaturas que alcanzan los -46°C en varias ciudades de Canadá y EEUU, la vida cotidiana se ve severamente afectada. Los científicos explican que este frío extremo no es simplemente una anomalía, sino que está vinculado al cambio climático.