
El verano extremo está poniendo contra las cuerdas al sector energético en Europa. Las elevadas temperaturas, que convirtieron junio en el mes más caluroso registrado en Europa Occidental, obligaron a reducir o detener la producción en centrales nucleares y plantas hidroeléctricas clave.
La demanda eléctrica se disparó por el uso masivo de aires acondicionados, saturando la red. En Francia, 17 de las 18 plantas nucleares activas disminuyeron su capacidad operativa durante las olas de calor de junio y julio, según datos del centro de estudios Ember. En el Reino Unido, la producción hidroeléctrica cayó un 40 %.
Según el Financial Times, enfriar los reactores en estas condiciones climáticas ha resultado especialmente difícil. La situación afecta a un sistema energético ya tensionado, lo que ha derivado en cortes puntuales en países como Italia, donde se reportaron apagones en tiendas, hoteles, ascensores y sistemas de pago electrónico.
El impacto se tradujo también en un fuerte aumento del precio de la electricidad. Entre el 23 de junio y el 3 de julio, la demanda creció un 7,5 % respecto al año anterior. En España, la demanda superó el promedio de enero, y varios países vieron duplicarse o triplicarse los precios diarios de la energía.
Expertos advierten que este escenario representa un cambio estructural. Jan Rosenow, del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, aseguró que las olas de calor están provocando “una transformación masiva” en los sistemas energéticos europeos, que deberán adaptarse a condiciones cada vez más extremas.