Mucho se habla de los lazos de hermandad entre Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero a veces se ignora que los nexos históricos y sanguíneos entre nuestros pueblos anteceden a 1959, a 1979 y a 1999 (hitos de las respectivas victorias).
Este 8 de mayo se cumplen 89 años del asesinato del destacado revolucionario y antimperialista cubano Antonio Guiteras Holmes, una de las figuras más emblemáticas y enigmáticas de la llamada Revolución de 1933, personaje sobre cuya vida y legado, no se ha escrito lo suficiente y que bien merece una reivindicación, como uno de los principales precursores de la Revolución.
Un luchador de su época, Raul Roa, Canciller de la Dignidad, le hizo justicia al definirlo como “la figura más empinada, el ánimo mejor templado, la voluntad más indomeñable, el brazo más enérgico y el espíritu más puro del movimiento nacional revolucionario”.
Nacido apenas 28 años antes en Filadelfia, Estados Unidos, su padre era cubano, de ascendencia catalana, con familia perteneciente al Ejército Libertador. La madre era estadounidense, cuyos antecesores venían de patriotas irlandeses y escoceses.
Fue en la Universidad de La Habana, donde entró de lleno en las luchas que marcarían su vida. Empezó con actos de oposición a la dictadura de Gerardo Machado y luego se afilia al Directorio Estudiantil Universitario, centrándose en la preparación de una insurrección popular general que debía derrocar la tiranía machadista.
Funda la Unión Revolucionaria, con la convicción de que cualquier movimiento armado solo sería victorioso si se iniciaba en el Oriente. Mientras preparaba el asalto al Cuartel de Bayamo (antecedente del Moncada) desde donde pensaba partir con armamentos y combatientes para la Sierra Maestra, conoce la noticia de la caída del dictador.
Al asumir como presidente Ramón Grau San Martín, entregó la Secretaría de Gobernación, con rango de ministro, a Antonio Guiteras, tratando de hacer un equipo representativo de todas las tendencias y en reconocimiento a su honradez. A él también estaban subordinadas las importantes Secretarías de Guerra y Marina. Ese gobierno trabajó todo el tiempo bajo la enorme presión del gobierno de E.U.
En poco más de cien días, Guiteras aplicó medidas y emprendió acciones radicales de Soberanía Nacional y Justicia Social que sorprenden todavía por su audacia. En primer lugar, elaboró lo que él llamó Socialismo de Estado, que fue un programa diseñado para alcanzar la revolución y después, pero que no pudo llegar a desarrollar.
Muchas medidas de vanguardia y justicia social fueron aprobadas a propuesta de Guiteras. Entre las más sobresalientes figuran la creación de la Secretaría de Trabajo, la implantación de la jornada laboral de ocho horas, el jornal mínimo adecuado y la depuración de los corruptos en los organismos estatales. Se dictó el reparto justo de tierras, el sufragio femenino, la proclamación de la autonomía universitaria, la convocatoria para una Asamblea Constituyente, la baja del precio de la energía eléctrica y ordenó la audaz intervención de la Compañía Cubana de Electricidad.
Conspiraciones, traiciones, intrigas y acciones promovidas por la embajada estadounidense y el arribismo despiadado del jefe del Ejército Fulgencio Batista dieron al traste con el Gobierno de los 100 días. Lo siguió un gobierno controlado por Batista al servicio de los yanquis, por lo cual el incansable Guiteras pensó nuevamente en organizar la insurrección armada. Un grupo de revolucionarios lo acompañó en la fundación de La Joven Cuba.
Llegaron tiempos de alto accionar en los dos años siguientes al nacimiento de La Joven Cuba. Comenzaron a organizar y a comprar vituallas para la creación de un destacamento armado que debía entrenarse en el exilio: México, y venir en una expedición rumbo a la Sierra Maestra (antecedente del Granma).
Guiteras y su compañero de lucha venezolano Carlos Aponte esperaban en El Morrillo, de Matanzas a una embarcación que debía llevarlos fuera del país. Una delación truncó su propósito y ambos se enfrentaron y lucharon frente a un destacamento militar que los masacró.
Con él cayó la esperanza y habría que esperar casi 20 años a la denominada Generación del Centenario y al liderazgo de Fidel para que los sueños de Guiteras se hicieran realidad.
Otro gigante latinoamericano, el Che Guevara, diría sobre el suceso: “Y junto a él, en aquella mañana luctuosa, cayó también un gran luchador antiimperialista, el venezolano Carlos Aponte, que además compartiera los sueños de Sandino en las Segovias y viniera aquí a acompañar en sus luchas y en su muerte al amigo querido, Antonio Guiteras.”
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Ese extraordinario internacionalista venezolano a quien se refería el Che, es el mismo sobre quien el General de Hombres y Mujeres Libres expresara: “Nuestro Ejército conserva del Coronel Aponte Hernández los mejores recuerdos porque supo dar los mejores ejemplos de abnegación y de valor contra las fuerzas invasoras yankees”.
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Precisamente Aponte, luego de conocer a Guiteras dejó para la posteridad una frase que selló su destino y marcó para siempre los lazos de hermandad entre los pueblos revolucionarios de Nicaragua, Cuba y Venezuela: “Este es otro Sandino y con este gallo, compay, me voy a cualquier parte”.
Y así fue: los tres partieron juntos hacia la Gloria.
Honor y gloria a Guiteras, Aponte y Sandino.
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