Un brote de cólera golpea los campos de refugiados en Tawila, en el oeste de Sudán, donde cientos de miles de personas sobreviven con acceso limitado a agua potable y asistencia médica.
Desde abril, cerca de medio millón de desplazados huyeron de la ciudad sitiada de el-Fasher y del campamento de Zamzam tras los ataques de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) en el conflicto armado que enfrenta a estas milicias con el ejército sudanés desde 2023.
Los primeros casos de cólera en Tawila se registraron en junio, y actualmente más de 1.500 personas han recibido tratamiento, mientras que organismos internaciones alertan que unos 300 niños ya han contraído la enfermedad y 640.000 menores de cinco años están en riesgo.
El cólera, altamente contagioso, provoca diarrea grave y deshidratación rápida, y puede ser mortal si no se trata; los casos graves requieren líquidos intravenosos y antibióticos.
Médicos Sin Fronteras (MSF) instaló un centro de tratamiento de 160 camas en Tawila, con planes de ampliarlo a 200, mientras que los convoyes de ayuda humanitaria enfrentan graves obstáculos por los combates y la obstrucción de grupos armados, especialmente las RSF.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que la escasez de alimentos y la temporada de lluvias agravan la crisis, contaminando aún más el agua y aumentando la vulnerabilidad de los refugiados, quienes deben improvisar medidas básicas de higiene para sobrevivir.