La epidemia de opioides expone fallas estructurales del sistema estadounidense
La epidemia de opioides expone fallas estructurales del sistema estadounidense

El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, refirió que EEUU designó al fentanilo como arma de destrucción masiva en un esfuerzo por construir pretextos para desatar acciones de guerra contra Estados soberanos en América Latina y el Caribe.

Afirmó que, aunque el consumo de fentanilo es un problema grave en EEUU que afecta a miles de sus ciudadanos, Washington utiliza esta situación como pretexto político contra América Latina y el Caribe.

Desde La Habana, el jefe de la diplomacia cubana alertó que la narrativa impulsada por el gobierno estadounidense busca desviar la atención de las causas internas del fenómeno. En ese sentido, acusó a la Casa Blanca de transformar un drama social en una herramienta de presión internacional.

“El consumo de fentanilo es un problema real y grave en Estados Unidos, que afecta a cientos de miles de estadounidenses”, afirmó Rodríguez, subrayando que se trata de una crisis de salud pública con profundas raíces sociales, económicas y sanitarias dentro del propio país norteamericano.

Rodríguez denunció que EEUU pretende ocultar el origen multifactorial del consumo de opioides. Entre los factores mencionó las malas prácticas de corporaciones farmacéuticas, el amplio mercado ilegal de drogas, la prescripción indiscriminada de opioides, anfetaminas y oxicodona, así como el limitado y costoso acceso a los sistemas de salud.

La epidemia de opioides se ha convertido en una de las principales causas de muerte en Estados Unidos, afectando la salud pública, la economía y la seguridad nacional. En los últimos años, el fentanilo ilícito ha marcado las estadísticas de sobredosis, concentrando más de dos tercios de los fallecimientos asociados al consumo de drogas.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), esta situación corresponde a la “tercera ola” de la crisis de sobredosis.

El fentanilo, un opioide sintético hasta 100 veces más potente que la morfina, es barato de producir y altamente rentable en el mercado ilícito, lo que evidencia una crisis interna que Washington intenta encubrir señalando enemigos externos.