Anastasio Somoza, el cruel dictador derrocado por los nicaragüenses en 1979, no cesó en mostrar su crueldad contra todo un pueblo, hasta los últimos minutos antes de su huida de Nicaragua, el 17 de julio del mismo año; fecha que la ciudadanía del país latinoamericano celebra como el Día de la Alegría.
En los primeros días de julio de 1979, ahí donde la muerte y la desesperanza asolaban las calles, donde cada lugar parecía llenarse de tristeza, donde el tiempo daba la impresión de detenerse para siempre; surgía un clamor, una voz que se esparcía con un grito de libertad y justicia, que impregnaba a cada hombre, a cada mujer del pueblo, y que abatía con fuerza toda opresión presente.
El FSLN lidera a los nicaragüenses en la lucha contra la tiranía somocista
El Frente Sandinista de Liberación Nacional, con el apoyo popular, así, rebelde y lleno de sueños libertarios, revolucionarios, era el camino que buscaba vencer de un azote al tirano. Dicha labor no se presentaba sencilla, más de 4 décadas de una cruel dinastía familiar, conformada por: Anastasio Somoza García, Luis Somoza Debayle y Anastasio Somoza Debayle, tiempo en el que Nicaragua fue abusada y explotada hasta la saciedad.
Somoza Debayle, era dueño de todo, o al menos eso creía. El 10 de julio, fue tomada por guerrilleros sandinistas la hacienda Miramar, propiedad del dictador, ubicada en Rivas. Asimismo, en El Sauce, León se dieron combates contra la Guardia Nacional, esbirros incondicionales a Somoza. El tirano tembló.
Veinticuatro horas después, el 11 de julio, El Sauce era liberado del yugo de la dinastía, y la gente gritaba de júbilo por encontrarse con la libertad. Estos actos ofensivos demostraban la fuerte presencia del FSLN, que resonaban al unísono junto al pueblo.
La dictadura arrecia los ataques contra los nicaragüenses
Pero, en la oscuridad y las penumbras acechaban las manos siniestras, sedientas de odio y sangre, la dictadura no cesaba en sus ataques, y los bombardeos a distintas zonas de las ciudades incrementaban violentamente.
El 15 de julio, la Guardia Nacional arremetió indiscriminadamente contra la ciudad de Masaya, pueblo que jamás cedió contra la tiranía. Al mismo tiempo, Somoza ordenó, en un acto de cobardía, masacrar a los pobladores del municipio de Belén, en Rivas. Dejando a 60 personas asesinadas, en la plaza del municipio.
Sonaban campanas perversas, la incertidumbre se posaba una vez más en las calles, y Nicaragua lloraba y se acurrucaba ante el dolor de tanta muerte, de tanta miseria.
Ciudades liberadas en el país hacia, prevén el derrocamiento de Somoza
Aunque, paso a paso, embestida tras embestida, el pueblo junto al Frente, se levantaba con más vigor y valentía, sin vacilar en ningún instante, y de esa forma en cada lugar el espíritu de libertad se mantenía intacto.
Así, Estelí y el municipio de El Crucero respiraban ese espíritu de liberación el 16 de julio.
Como consecuencia, a esto, en cada rincón, en el fragor de la gente, de las luchas heroicas de muchos años, la ofensiva era imparable, y esto era cada vez más incontrolable para Somoza. La gente con valor y esfuerzo se acercaba a Managua. La tiranía estaba acorralada.
Somoza desesperado huye de Nicaragua
Ese día, el 16 de julio, el dictador decide huir de Nicaragua con destino a Estados Unidos, sin embargo, Jimmy Carter, presidente norteamericano, le niega el asilo. Por lo que terminaría, abandonando Nicaragua en avión, junto a una cúpula muy cercana, la madrugada del 17 de julio de 1979, siendo recibido por la dictadura de Stroessner, en Paraguay.
Y como parte de un clamor popular, en la mañana del 17 de julio toda Nicaragua se llenaba de caras de felicidad, finalmente se había esfumado el dictador y opresor de la nación junto a su estirpe, en todas partes, de manera desmedida, sin tregua, se esparcía la alegría.
Antonio Benavides, “Rafael”, exguerrillero sandinista, quien protagonizó la icónica patada a un cuadro con la imagen de Anastasio Somoza, momento capturado en fotografía el día que el tirano salió del país, relató el regocijó que significó para los nicaragüenses, la huida del dictador.
La patada al cuadro de Somoza fue, “podríamos decir una escena icónica importante, emblemática, sentimos todos los nicaragüenses que esa patada que le dimos varios compañeros, no solo yo, era la patada definitiva, que se iba el jefe de la dictadura militar somocista de Nicaragua, el 17 de julio, que es el Día de la Alegría nacional”, destacó Benavides décadas después.
Pero, repentinamente, Francisco Urcuyo, vicepresidente del régimen somocista, asume como Presidente interino de Nicaragua, y la alegría se ve interrumpida ante esta zozobra, de estar subyugados ante los resquicios de la dictadura.
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Cuarenta y tres horas, fue el tiempo que estuvo Urcuyo como presidente interino, y ante esto toda la nación movida por un hilo revolucionario se congrega el 19 y 20 de julio en Managua, como la expresión misma de la victoria definitiva ante los opresores, y Nicaragua veía fin a una de las dictaduras más crueles y sanguinarias de América Latina.
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Anastasio Somoza Debayle, es ajusticiado el 17 de septiembre de 1980 en Asunción, Paraguay.