Lo que en España es considerado una fiesta Nacional, para América Latina, trae memorias de las barbaries vividas por los pueblos indígenas que durante años lucharon contra el colonialismo, luego de que el marinero genovés, Cristóbal Colón, llegara a las tierras que hoy conocemos como América.
Fue precisamente en las Bahamas, en la isla de Guananí, donde desembarcó Colón aquél 12 de octubre 1492. Un día “celebrado” como el “Descubrimiento de América”, pero que, para los ciudadanos de las comunidades indígenas y países de las Américas, “no hay nada que celebrar”.
¿Qué se conmemora el Día de la Resistencia Indígena?
A más de 5 siglos del primer contacto entre Occidente y los pueblos de América, el 12 de octubre, entre muchos cambios y polémicas, ha modificado la “celebración” equivocada que aborda el “Descubrimiento de América”, para conmemorar la lucha librada por los indígenas ante los colonizadores españoles, designada finalmente como “Día de la Resistencia Indígena”.
Durante muchos años, América ha hecho hincapié en no olvidar la tortura a la que fueron sometidos estos pueblos; por lo que esta fecha se utiliza para reconocer su resistencia, lucha y el valor que siguen aportando hasta hoy.
“Para los nativos americanos, el Día de la Raza siempre fue doloroso, ya que glorificaba el pasado violento que constituía 500 años de tortura y opresión colonial por parte de exploradores europeos. El Día de la Resistencia de los Pueblos Indígenas, llama la atención sobre el dolor, el trauma y las promesas incumplidas que fueron borradas por la celebración del Día de la Raza. Antes de su llegada, los indígenas eran exitosas comunidades autosuficientes, que sustentaron la vida durante miles de años”, expresó en su artículo el diario National Today.
La barbarie española
El escrito “El requerimiento”, redactado por el jurista español, Juan López de Palacios Rubios, marcó un antes y después en los acontecimientos. Por este medio, los españoles informaban a los indígenas que “Dios”, los había elegido como monarcas del mundo, superiores a cualquier príncipe de la Tierra, por ende, debían entregar sus tierras y aceptar a la iglesia católica como “señora y Superiora del universo”, además de reconocer a los reyes españoles como sus “superiores, señores y reyes de esta isla”.
De no obedecer estas órdenes: “tomaré vuestras personas y las de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos y como tales los venderé y dispondré de ellos como su Alteza mandare, y os tomaré vuestros bienes, y os haré todos los males y daños que pudiere como a vasallos que no obedecen y que no quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen y protesto de los muertes y daños que de ellos se registraren serán a culpa vuestra y no de sus Altezas ni mía, ni de estos caballeros que conmigo vinieron”, expresaba el escrito.
Saqueos y asesinatos
La conquista protagonizada por los españoles no tenía legitimidad alguna, ni argumentos lógicos. En América ya existían poseedores legítimos originarios de estas tierras, ni la iglesia religiosa, ni autoridad civil podría tomar, ceder o donar algo que no formaba parte de sus posesiones.
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Pero la lógica no bastó para los españoles que dominaron con brutalidad, fuerza y manipulación, motivados por la avaricia de obtener todas las riquezas americanas.
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El saqueo y la expropiación de los territorios dio como resultado el exterminio de centenares de pueblos indígenas que subsistían de manera exitosa, pero que fueron truncados por la espada española.