Durante décadas, reducir el consumo de alimentos altos en calorías ha sido considerado una de las intervenciones más prometedoras para prolongar la vida y mejorar la salud.
De esta manera, un reciente estudio realizado por el Jackson Laboratory y publicado en la prestigiosa revista Nature ha revelado una complejidad sorprendente en esta relación.
Al analizar a casi mil ratones genéticamente diversos, los investigadores descubrieron que, si bien la reducción de la ingesta calórica prolonga la vida en todos los roedores, los beneficios para la salud y la tasa de envejecimiento varían significativamente entre individuos.
Estos hallazgos sugieren que la genética juega un papel fundamental en la forma en que los organismos responden a la restricción calórica.
Más allá de las calorías: la importancia de la genética
Tradicionalmente, se ha asumido que la reducción de calorías ralentiza el metabolismo y reduce el daño celular, lo que a su vez prolonga la vida, según diversos estudios científicos.
Sin embargo, esta nueva investigacióndemuestra que la genética individual modula en gran medida estos efectos. Algunos ratones, a pesar de seguir dietas restrictivas, experimentaron una mayor longevidad y una mejor salud en comparación con otros.
Los investigadores identificaron una «resiliencia genética» en ciertos individuos, lo que les permitió mantener un peso corporal relativamente estable a pesar de la reducción calórica. Estos ratones fueron los que experimentaron los mayores beneficios en términos de longevidad y salud.
Implicaciones para la salud humana
Estos hallazgos tienen profundas implicaciones para la comprensión del envejecimiento y para el desarrollo de estrategias personalizadas para promover la salud y la longevidad en humanos.
Sugieren que no existe una única dieta o estilo de vida que sea óptimo para todos. En cambio, la mejor manera de envejecer saludablemente puede depender en gran medida a la composición genética.
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Los beneficios de la restricción calórica pueden variar significativamente de una persona a otra, y otros factores, como la actividad física, el sueño y el manejo del estrés, también desempeñan un papel crucial en la salud a largo plazo.
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A lo largo de casi un siglo, la investigación en laboratorio ha evidenciado que los animales que ingieren menos alimentos o lo hacen con menor frecuencia suelen tener una mayor longevidad. Sin embargo, los investigadores han trabajado arduamente para desentrañar las razones detrás de este fenómeno y para determinar la mejor manera de implementar estas dietas restrictivas en los seres humanos.