Un reciente estudio dirigido por científicos rusos ha revelado un impactante efecto secundario de la fallida misión del cohete Starship, de SpaceX, la compañía del multimillonario Elon Musk, en noviembre de 2023.
El 18 de noviembre pasado, la detonación del cohete, a una altitud de aproximadamente 90 kilómetros, generó una perturbación tan significativa en la atmósfera superior que provocó la formación temporal de un «agujero ionosférico».
La ionosfera, una capa de la atmósfera terrestre ionizada por la radiación solar, desempeña un papel crucial en las comunicaciones por radio y en la propagación de señales de GPS.
Al explotar, el Starship liberó una inmensa cantidad de energía, creando ondas de choque que se propagaron a través de la ionosfera a velocidades supersónicas. Estas ondas, comparables a las que produce un barco al desplazarse por el agua, comprimieron y expandieron el plasma ionosférico, reduciendo drásticamente su densidad en una región específica.
La duración de este «agujero» ionosférico fue estimada en alrededor de 30 a 40 minutos, tiempo suficiente para afectar las comunicaciones en la zona afectada. Los investigadores rusos, utilizando datos de múltiples estaciones terrestres y satélites, pudieron rastrear la evolución de esta perturbación y determinar su magnitud.
Puedes leer: Elon Musk y un nuevo “Ruanda” para Venezuela
Los científicos explicaron que el agujero se formó «como resultado de la onda de choque provocada por la explosión del Starship», la cual dispersó temporalmente los electrones libres en la ionosfera, alterando así las propiedades habituales del plasma.
Te puede interesar: ¿Quién se quedará con la luna?
También los investigadores destacaron que, aunque parte del combustible no consumido en la explosión «pudo haber intensificado el agotamiento y prolongado su duración», esta no fue la causa principal del fenómeno. El equipo presentó sus hallazgos la semana pasada en Geophysical Research Letters.