
Una nueva tragedia sacudió el sur de la Franja de Gaza, cuando al menos 20 palestinos perdieron la vida tras inhalar gases lacrimógenos lanzados por tropas israelíes en un punto de entrega de asistencia “humanitaria”.
La situación provocó además una estampida mortal entre la multitud que buscaba desesperadamente comida y alivio.
Este tipo de hechos convierte los centros de distribución “humanitaria” en verdaderas trampas para la población civil.
Medios palestinos reportaron que soldados israelíes abrieron fuego con munición real y lanzaron gases mientras miles esperaban ser atendidos.
Esta es la primera vez que se confirman muertes masivas causadas por gases lacrimógenos en contextos humanitarios, lo que ha desatado una ola de indignación internacional.
Según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, al menos 798 personas han fallecido en Gaza desde finales de mayo en situaciones similares, mientras intentaban acceder a ayuda.
A inicios de julio, 169 organizaciones humanitarias instaron a detener el mecanismo de asistencia gestionado entre Estados Unidos e Israel, liderado por la llamada “Fundación Humanitaria de Gaza”.
Los colectivos alegan que este modelo ha fallado rotundamente y sólo ha incrementado el número de víctimas entre los civiles.
Desde octubre de 2023, Gaza enfrenta una ofensiva militar que ha dejado más de 60 mil personas muertas, entre ellas una abrumadora mayoría de mujeres y niños, además de más de 11.000 desaparecidos.
A pesar de las órdenes de la Corte Internacional de Justicia y los llamados globales a cesar el fuego, las acciones israelíes continúan, agravando una crisis que ya es insostenible.