Japón recuerda los 77 años desde el ataque nuclear realizado por Estados Unidos sobre Nagasaki. Una devastadora explosión seguida de una nube de hongo, llegó cuando eran las 11:02 horas del 9 de agosto de 1945.
Las fuerzas estadounidenses, luego de tres días de bombardear de la misma manera la ciudad de Hiroshima, lanzan una bomba atómica sobre Nagasaki, cobrando la vida de más de 70 mil personas de manera inmediata.
Las autoridades de la ciudad, recordaron el 77 aniversario, advirtiendo de la “amenaza de las armas nucleares” y su gran poder devastador en el mundo.
El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, expresó su desacuerdo ante la falta de movimientos hacia la desnuclearización, afirmando que “la reducción de las armas nucleares y la no proliferación siguen siendo objetivos importantes”.
La insólita “justificación” de Estados Unidos
La historia sigue demostrando que en un abrir y cerrar de ojos todo puede terminar, el caos ocasionado en Hiroshima y luego en Nagasaki, trae consigo un polémico debate de generaciones sobre la existencia de un arma letal, capaz de convertir en un infierno a la Tierra.
Para Estados Unidos, durante los 77 años, ha significado “la única manera de poner fin a la guerra sin una invasión”, justificando que fue la manera más humana posible de poner fin.
Henry Stimson, el entonces secretario de guerra de Estados Unidos, argumentó el uso de la bomba al no percibir ningún signo de “debilitamiento en la determinación japonesa de luchar en lugar de aceptar la rendición incondicional”.
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En ese sentido, analistas e investigadores, cuestionan la moralidad estadounidense argumentando que la verdadera rendición de Japón estuvo ligada a la llegada de la Unión Soviética a la guerra el 8 de agosto, que alertó a los líderes japoneses, quienes no se miraban ganadores en una guerra de dos frentes.
Levantándose entre las cenizas y la huella nuclear
Aunque ambas ciudades ya fueron reconstruidas, sus habitantes aún recuerdan la horrible tragedia. De un solo impacto, casi el 30 % de Nagasaki desapareció del mapa en cuestión de segundos.
Con el tiempo, los dos lugares afectados se convirtieron en centros espirituales del movimiento para prohibir las armas nucleares, y el gobierno japonés prometió atención médica gratuita de por vida a los sobrevivientes, quienes fueron bautizados como “hibakusha”, que sufren lo largo de los años enfermedades causadas por la exposición a la radiación.