Inmigración, aranceles, Ucrania. Según las promesas electorales de Donald Trump, lo que comenzará el próximo 10 de enero es una especie de rito purificador para los Estados Unidos.
En menos de 100 días, Trump promete dar un giro decisivo al estancamiento del país. La serie de medidas anunciadas busca mostrar, en un tiempo récord, la recuperación del liderazgo estadounidense en la economía, en la gestión política de los asuntos globales y en la reafirmación de su poderío militar. Un regreso al dominio imperial que frenaría el declive del modelo estadounidense en todos los ámbitos.
Es con estas promesas deslumbrantes que Trump ha logrado captar el descontento generalizado de amplios sectores de la población, particularmente de la clase trabajadora y la clase media, víctimas del progresivo desvío de las políticas hacia las élites promovidas por las administraciones demócratas.
🇺🇸Según la agencia informativa estadounidense, The Hill, varios congresistas y senadores republicanos se consideran escépticos ante la idea de Donald Trump, quien pretende ocupar Groenlandia y recuperar el canal de Panamá. pic.twitter.com/2u8ATolyvL
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Pero, ¿realmente se cree que el lema Make America Great Again está al alcance de un imperio que enfrenta problemas mayores que sus recursos? ¿Y que sea posible revertir la trayectoria actual en un solo mandato presidencial?
La derecha internacional cruza los dedos y se prepara para esta supuesta recuperación imperial, pero el mapa del planeta ha cambiado significativamente, incluso si tomamos como referencia el primer mandato del magnate.
Hoy, la riqueza mundial se traslada del Norte hacia el Sur y hacia el Este, debido al desarrollo acelerado de las economías emergentes y a que la capacidad de influencia de Estados Unidos ha sido gravemente dañada por el uso desmedido y arrogante de sanciones y embargos en los cuatro rincones del planeta.
Trump, el regreso del Yetihttps://t.co/aE3QO5R0iW
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Estas herramientas, con las que Washington intenta moldear el panorama internacional a su favor, se han vuelto en su contra. Han reducido las exportaciones hacia los países sancionados – que son 23 y representan el 76% de la población mundial – y, con ello, la demanda de dólares.
Los países fuera del “Occidente Colectivo” están disminuyendo el uso del dólar en sus transacciones internacionales, y las amenazas de Trump hacia los BRICS sobre la creación de una divisa alternativa al dólar son inútiles: por ahora, no la necesitan. Les basta con reducir los intercambios en la moneda estadounidense y aumentar las transacciones en sus monedas locales o en divisas virtuales.
De hecho, Trump planea aumentar las sanciones, lo que impulsará aún más el retiro de los depósitos de muchos países del Sur Global, que temen decisiones políticas como el secuestro de bienes y depósitos de naciones con las que Washington tiene – o inventa – disputas.
🇺🇲 Una Tesla Cybertruck explotó frente al Trump International Hotel en Las Vegas. Se desconoce la causa y no hay víctimas reportadas. pic.twitter.com/xI1AVcrrjK
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Esto abrirá nuevos agujeros en las cuentas de los grandes bancos occidentales, que ya hoy acumulan cientos de miles de millones de dólares en títulos tóxicos y créditos incobrables.
La impresionante expansión de los BRICS ha sido, en gran parte, impulsada por este cúmulo de arrogancia e incompetencia de Washington y Bruselas en los mercados. Tal es el desarrollo de los BRICS que muchos vislumbran no solo una dimensión económica alternativa al bloque liderado por Occidente, sino que incluso, a pesar de su heterogeneidad política, podría configurarse, en perspectiva, como un bloque alternativo para la gobernanza global, basado en el rechazo a la subordinación frente a los dictados occidentales.
El imperio enfermo
A este panorama se suma la dificultad militar en Ucrania, donde el masivo apoyo de la OTAN no ha logrado mover ni un kilómetro las posiciones rusas. Solo en 2024, Rusia conquistó casi el doble del territorio ocupado en los dos años anteriores, llegando a controlar más del 30% de Ucrania.
🇺🇸La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó el 'Himno Migrante' en honor a los mexicanos y sus descendientes en Estados Unidos, en medio de la amenaza de deportación masiva de Donald Trump. pic.twitter.com/W9VY2Dvt7U
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Tras más de mil días de Operación Militar Especial, el escenario bélico muestra con claridad que, aunque Ucrania ha recibido cientos de miles de millones de dólares en armas, logística y ayuda financiera, la guerra está perdida.
Todavía persiste la resistencia a admitir la derrota debido a la falta de un acuerdo con la Unión Europea sobre los fondos necesarios para la reconstrucción de Ucrania, estimados en 500 mil millones de dólares solo para el primer año.
Además, existe plena conciencia de una derrota política que afectará cualquier posible negociación, ya que Putin no tiene motivos para negociar su triunfo, y no serán los ucranianos quienes impongan las condiciones para la paz. Ninguna campaña informativa podrá transformar a los derrotados en vencedores ni convertir la victoria en un empate. Las consecuencias políticas de la derrota en Ucrania impactarán a la OTAN y obligarán a reescribir su estrategia global.
🇺🇸‼️El Congreso de Estados Unidos certificó la victoria de Donald Trump, quien asumirá su segundo mandato el 20 de enero. pic.twitter.com/8IHseNEAlR
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Para Europa, la guerra ha sido un suicidio económico y político; para los Estados Unidos, una derrota política y militar de valor estratégico. La esperada derrota rusa no se produjo, ni tampoco la ruptura con China: lo único evidente es la derrota occidental en todos los frentes, militar, económico y político.
Trump debería comenzar por restaurar la cohesión interna, ya que, sin una sociedad unida, difícilmente se puede proyectar hacia el exterior. Sin embargo, si la cohesión social es un prerrequisito para liderar procesos externos, las cosas no serán ni simples, ni rápidas.
Nunca antes las fracturas socioculturales internas en Estados Unidos habían sido tan dramáticas como ahora. La polarización extrema, perceptible especialmente en las diferencias entre áreas rurales y grandes ciudades, divide al país en dos. Las restricciones a los derechos civiles que Trump planea imponer aumentarán la xenofobia, el racismo y las revueltas contra el orden federal, profundizando aún más la fractura entre ambos mundos.
Donald Trump destacó su apoyo a TikTok, atribuyendo a la plataforma un papel clave en su victoria entre los jóvenes, y afirmó que está evaluando cómo abordar su posible prohibición el próximo mes. pic.twitter.com/nWf1jukHBc
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Los datos reflejan una grave crisis sistémica. La brecha social sigue creciendo: el 1% más rico posee el 35,6% de toda la riqueza privada. La riqueza está dividida entre blancos (75%), negros (12,5%) e hispanos (9%). Las 400 personas más ricas poseen más riqueza que los últimos 150 millones de estadounidenses.
La cohesión social ha llegado a un punto de no retorno frente a un apartheid social y racial imposible de ocultar. Las discriminaciones contra los negros son evidentes en el sistema judicial, las condiciones de salud y la vivienda. Según un informe de la Comisión Kerner del año pasado, en Estados Unidos coexisten dos sociedades, una blanca y otra negra, separadas e inequitativas.
¿Cómo se mantiene esta brecha? Según la Prison Policy Initiative, Estados Unidos tiene la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, con 565 arrestos por cada 100,000 personas y más de dos millones de individuos en prisión.
🇲🇽Claudia Sheinbaum, presidenta de México, fue incluida por Forbes en la lista de las 100 mujeres más poderosas del mundo, destacando su "aplastante victoria" en las elecciones y su firme postura frente al presidente electo de EEUU, Donald Trump. pic.twitter.com/sLTaoQ1gJM
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Estas personas están distribuidas en 1,566 cárceles estatales, 3,161 cárceles federales, 1,323 instituciones penitenciarias juveniles, 181 centros de detención para inmigrantes y 80 prisiones tribales en reservas indígenas. Además, la policía estadounidense mata a 1,000 personas al año durante operaciones de patrullaje.
La polarización de clase se refleja claramente en la falta de universalidad de los derechos sociales. Según el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD), el número de personas sin hogar aumentó a 116,650, un incremento del 12% respecto al año anterior, el nivel más alto desde que se comenzó a registrar en 2007. Aproximadamente el 60% de estas personas vive en refugios y el 40% sobrevive “en lugares no destinados para la habitabilidad humana”.
Los problemas sociales también alimentan la desviación. Según el Substance Abuse and Mental Health Service, 45 millones de personas en Estados Unidos sufren trastornos mentales, de las cuales 15 millones tienen depresión crónica. Más de seis millones no reciben tratamiento por falta de seguro médico o apatía.
🇺🇸Donald Trump instó a las autoridades de EE.UU. a revelar información sobre los drones misteriosos que han aparecido en el cielo o, de lo contrario, derribarlos. pic.twitter.com/vKmGC2L8QF
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El gasto estatal es necesario para abordar estas problemáticas sociales, pero no se enfrenta debido a un rigorismo ideológico que prioriza el dinero sobre las personas, la verdadera esencia del modelo estadounidense.
En un país donde supuestamente hay “oportunidades para todos”, alrededor de 30 millones de adultos – el 17,5% de la población – son considerados “analfabetos funcionales”, incapaces de comprender lo que leen o escuchan y, por ende, inhabilitados para participar plenamente en la economía, las leyes o los asuntos públicos.
¿Mientras haya guerra, hay esperanza?
Ya en 2021, un estudio del Center for Geographic Education de la Universidad Estatal de Texas documentaba que, de los 50 estados de EE. UU., solo 13 requieren la enseñanza de geografía en las escuelas secundarias como materia independiente o como parte de estudios sociales, mientras que 14 no la exigen en absoluto.
Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, exigió la devolución de los premios Pulitzer otorgados a periodistas del New York Times y el Washington Post por su cobertura falsa sobre Rusia, y calificó de corrupta a la prensa. pic.twitter.com/wkI4WG3hnr
— JP+ (@jpmasespanol) December 17, 2024
Mark Twain decía que Estados Unidos hace guerras para que los estadounidenses aprendan geografía. Una ironía que toca un elemento fundacional del país: la idea del imperio dominante y del excepcionalísmo americano como imperativo planetario.
Confirmando esta lógica, el gasto militar en 2024 alcanzó los 886 mil millones de dólares, el más alto de la historia. Las bases militares estadounidenses son la expresión más evidente de su naturaleza imperial: hay 642 distribuidas en 76 países, y personal militar presente en más de 170 países, que representan el 87% del mundo.
Un esfuerzo inútil, considerando que, en el último siglo, Estados Unidos ha participado en 64 guerras grandes y pequeñas, pero en 44 de ellas tuvo que encontrar una salida diplomática para evitar la derrota en el campo, mientras que en 11 fue derrotado en todos los frentes.
🇺🇲 El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que el país está en colapso y es un “hazmerreír del mundo” tras un atropello masivo en Nueva Orleans y la explosión de una camioneta Tesla en Las Vegas. pic.twitter.com/51dEWrpUyk
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Desde 1989, Estados Unidos ha ganado menos del 20% de los conflictos en los que ha estado involucrado, según cálculos del Socom, el Comando de Fuerzas Especiales estadounidenses, que analizó los nueve conflictos ocurridos durante las presidencias de Bush Jr., Obama, Trump y Biden.
Desde el punto de vista político, las cosas no van mejor. El llamado a las armas para la defensa de su imperio no cuenta con el respaldo de la mayoría de los países; por el contrario, encuentra distancias inesperadas que contribuyen a la pérdida del liderazgo global.
Hay un Norte ahora desprovisto de credibilidad política, y el fin de cualquier posible superposición entre “democracia” y “Occidente” se ha vuelto claramente evidente con la desaparición de la dimensión ética de un imperio que exhibe descaradamente un doble estándar permanente. Estados Unidos, tal como es, representa el problema para el gobierno del mundo. Y Trump, ciertamente, no es la solución.