Fue en 1911 que el historiador y explorador estadounidense, Hiram Bingham, visitó por primera vez uno de los sitios arqueológicos más reconocidos del mundo, y al que le atribuyó el nombre “Machu Picchu”; luego que le solicitara a un terrateniente local anotar el nombre del increíble sitio en su diario de campo.
El escrito del lugareño fue “Macho Pischo”, sin embargo, para Bingham sonaba más a “Machu Picchu”, y desde entonces el lugar ha sido llamado con este nombre.
Todo ha sido un error de la historia
Un estudio académico desarrollado por el historiador peruano, Donato Amado Gonzales y el arqueólogo Brian S. Bauer de la Universidad de Illinois Chicago, tras revisar documentos antiguos como mapas del siglo XIX, documentos oficiales del siglo XVII y las notas de campo del explorador estadounidense Hiram Bingham, concluyó que ninguna de las fuentes menciona el nombre de “Machu Picchu”.
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El hallazgo indica que la ciudad inca originalmente se llamaba “Picchu”, o probablemente “Huayna Picchu”, por lo que el nombre con el que se le conoce hasta ahora, se asoció con las ruinas a partir de 1911 con las publicaciones de Bingham.
Huayna Picchu en un atlas de 1904
Los investigadores revelaron que un atlas publicado siete años antes de que Bingham llegara a Perú, identifica las ruinas de un pueblo inca como “Huayna Picchu”, además mencionan que el viajero estadounidense ya había sido informado de la existencia de las ruinas antes de salir de Cusco para buscar el sitio en 1911.
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«Comenzamos con la incertidumbre del nombre de las ruinas cuando Bingham las visitó por primera vez y luego revisamos varios mapas y atlas impresos antes de la visita de Bingham a las ruinas», indicó el arqueólogo Brian S. Bauer, coautor del estudio.
Los expertos en arqueología e historia, concluyeron que los enlaces más cercanos al nombre original de la ciudad inca, se conservan en los relatos escritos por los españoles poco después de que la región quedara bajo su control a fines del siglo XVI.
Hasta ahora, no se sabe con certeza si el estudio generará un cambio en el nombre con el que se conoce el sitio más emblemático de los Andes peruanos, aunque algunos historiadores creen que es innecesario.