Stephen Sefton
16 de octubre 2022
En el tiempo de la guerra en Iraq de 2003, varios observadores vaticinaron el progresivo declive de los Estados Unidos y sus aliados relativo al creciente poder económico de la República Popular China y la Federación Rusa. Se preveía una ventana de 20 años en que Estados Unidos y la Unión Europea podría llegar a entenderse con Rusia y China como socios confiables. Los acontecimientos de 2011 con la destrucción de Libia, el golpe de estado en Costa Marfil y la concertada agresión contra Siria demostró que Estados Unidos y la Unión Europea nunca iban a ceder su dominio unilateral de manera voluntaria.
En 2014, el golpe de estado en Ucrania marcó la apuesta de Estados Unidos y la Unión Europea hacia un conflicto económico y militar con la Federación Rusa. En Asia, su interminable injerencia en el tema de Taiwán, ha demostrado que Estados Unidos y sus aliados apuestan a poder ganar un conflicto con China. Como lo ha comentado el Presidente Vladimir Putin, “Es evidente que el actual modelo neocolonial está condenado. Insisto, sin embargo, en que sus promotores se seguirán aferrando a él hasta el final. Simplemente no tienen nada que ofrecerle al mundo, si no es el mantenimiento del sistema de saqueo y extorsiones.”
Ahora la ventana ha cerrado y nada detiene la aceleración de Estados Unidos hacia un progresivo colapso irreversible de su prestigio, poder e influencia en el mundo y la todavía más rápido hundimiento del prestigio y poder económico de los países de la Unión Europea. En Ucrania, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN no tienen la más mínima posibilidad de derrotar a la Federación Rusa ni económica ni militarmente. Sus esfuerzos para intimidar y contener a la República Popular China con medidas económicas unilaterales y retórica belicosa tampoco tienen futuro.
El motivo fundamental de la creciente impotencia e irrelevancia de Estados Unidos y sus aliados es el tremendo ímpetu generado por las iniciativas de conectividad entre Asia, Europa, el mundo árabe y África. La más conocida de estas iniciativas es la Franja y la Ruta anunciado por el Presidente Xi Jinping en 2013. Pero se aumentó por mucho el potencial impacto de la Franja y Ruta con los recientes acuerdos entre la Unión Económica Eurasiática y la Organización de Cooperación de Shanghai por medio de los cuales aprobaron varios corredores de transporte conectados a las principales rutas internacionales
Aparte de la iniciativa de Franja y Ruta, la revolución en la conectividad eurasiático incluye la Ruta Marítima del Norte por el Ártico protegida por la fuerza naval rusa. Esta ruta permitirá a China reducir por mucho el tiempo del envío de su carga comercial marítima a Europa y aumenta su seguridad en comparación con la actual ruta por el Estrecho de Malacca, patrullado por la fuerza naval de Estados Unidos. Por otro lado, el Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur consiste de una red de transporte marítima, de ferrocarril y de carreteras para mover cargamentos a lo largo de un total 7,200km entre Rusia, Azerbaiyán e Irán, Asia Central y la India.
Los cinco estados con costa en el Mar Caspio juegan un papel central en el desarrollo de ese Corredor y siguen profundizando la conectividad entre sus respectivos puertos y redes de transporte de ferrocarril y de carreteras. Para Rusia, el control del Mar de Azov permite conectar transporte de manera segura del Mar Caspio al Mar Negro por medio del Canal Volga-Don. Este canal y las otras vías navegables de la Federación Rusia permite conectar el mar Negro y el Mar Caspio a Moscú, a San Petesburgo, al Mar Báltico y finalmente a la Ruta Marítima del Norte.
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Otro gran proyecto es el Corredor Oeste-Este que se está construyendo para crear una conexión de carreteras desde Belarús, por medio de Moscú, hasta las ciudades más importantes de Siberia, con China. Ya el puente recién terminado sobre el Rio Amur simboliza la nueva conexión directa entre Siberia y China. Otra ruta propone una conexión de ferrocarril de alta velocidad entre China, Mongolia y Rusia que integra Corea del Norte. Otras iniciativas incluyen el Corredor Económico China Pakistán, la red ferrocarril que une Tailandia, Laos y China, y un ferrocarril de 4,380km en construcción para conectar Lanzhou, en el nor-oeste de China con Uzbekistán en Asia Central.
Además, la India trabaja con Irán para desarrollar infraestructura portuaria, centrado en el puerto iraní de Chabahar en el Océano Índico, para conectar la India más directamente con Asia Central y Rusia. Irán dispone de un flete de cientos de buques para facilitar transporte desde la ciudad india de Mumbai. A la par se está construyendo un ferrocarril de 600km para unir Pakistán y Uzbekistán por vía de Afganistán, entre varios otros proyectos de ferrocarril en la región de Asia Central para conectar con Irán y China.
Las estructuras de relaciones internacionales para esta proliferación de proyectos de conectividad de tan enorme alcance no solamente incluyen la Unión Económica Eurasiático y la Organización de Cooperación de Shanghai. Se incluye una intensa interacción entre los miembros de la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia que tiene 28 estados miembros de toda Asia y parte del mundo árabe. Y por supuesto incluye un constante intercambio con los diez países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste de Asiático.
Todas estas iniciativas de conectividad en la enorme región eurasiática reflejan un mundo de relaciones multilaterales basado en el respeto mutuo y reconocimiento de intereses diferentes, comprometido con el desarrollo de una cultura de Paz. Aun a pesar de la constante injerencia de Estados Unidos y sus aliados en la región, no se ha podido suprimir las tendencias similares en América Latina y el Caribe. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños ha sobrevivido el sistemático sabotaje que hizo tanto daño a UNASUR y la malévola manipulación del ahora difunto Grupo de Lima, siempre incitado por el gobierno de Estados Unidos. Los países de la Alianza Bolivariana de las Américas han sido claves en la defensa de la CELAC.
Desde hace varios años, China ha desplazado a Estados Unidos como el socio comercial más importante de la región, y también ha llegado ser la fuente más importante de inversiones de todo tipo. Aparte de sus fuertes relaciones de inversión con Venezuela, China también tiene extensas inversiones en Perú y Brasil, con cuales países se desarrolla el proyecto de un ferroviario continental de más de 4000km desde el puerto de Ilo en Perú, por medio de Bolivia, pasando por el sur de Brasil para llegar al puerto de Santos en el Atlántico. Es un proyecto de más de US$30 mil millones.
Con Argentina, China ha negociado inversiones en el sector de represas hidroeléctricas y un central nuclear de más de 80 megavatios, junto con otros acuerdos financieros. En Ecuador, China ha financiado represas hidroeléctricas, puentes y carreteras. Chile tiene extensos acuerdos financieros con China que incluye un acuerdo de trueque en sus monedas nacionales. Con Bolivia, China tiene acuerdos de inversión en infraestructura, transporte, instalaciones productivas, carreteras y energía eléctrica. En menor escala, países como la India y la Federación Rusa también juegan un papel importante en sectores específicos como por ejemplo minería, cooperación en tecnología o en energía nuclear .
En el caso de Nicaragua, el proyecto de mayor importancia para el futuro es el Canal Interoceánico. Pero el desarrollo de la conectividad de Nicaragua no se detiene en espera de esa mega obra. Las carreteras del lado de la Costa del Pacífico hasta Bluefields y Bilwi ya son una realidad y el gobierno está ejecutando planes para la ampliación de los puertos de Corinto y Bluefields. Un próximo paso lógico sería la mejora de la infraestructura de transporte entre estos dos puertos. La principal importancia de las grandes iniciativas de conectividad e inversión en el mundo mayoritario es que abre a pequeños países como Nicaragua nuevos horizontes y mayores opciones de intercambio comercial y económico.
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Ahora, Nicaragua no solamente conecta con China, con Rusia o Irán sino por medio de ellos con toda la enorme población de la vasta región eurasiática. Políticamente, un mundo multilateral crea nuevas posibilidades para un mundo de Paz, basado en respeto para la soberanía y autonomía de le países, respeto para el derecho internacional, en relaciones de igualdad, respeto mutuo y reconocimiento de los intereses de los diferentes países con sus propias culturas y formas de gobierno. Por contraste, la reciente destrucción por Estados Unidos y sus aliados de varios tramos de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 demostró de la manera más categórica que Estados Unidos no tiene nada que ofrecer al mundo aparte de la extorsión y el terrorismo.
A pesar de todo, el mundo multipolar avanza de manera inexorable, creando nuevas posibilidades en las relaciones internacionales tanto a nivel regional como a nivel global. Como nuestro Comandante Daniel dijo en 2019, en un intercambio con diputados del parlamento Centroamericano. “Ya este no es un mundo unipolar, es un mundo multipolar, entonces América Latina y Caribeña unida se convierte en una potencia dentro de este mundo multipolar, se convierte en un polo de un enorme peso, y se sentaron las bases, se sentaron los principios, hicimos una declaración de declarar a toda nuestra región como una Zona de Paz. Ahí están los compromisos, ahí están los Acuerdos de todos los gobiernos”.