El aislamiento de Estados Unidos y sus aliados europeos en el mundo ha sido un proceso gradual con esporádicos episodios de crisis de mayor intensidad. Para la mayoría del mundo, en este momento histórico el gobierno de Estados Unidos ha perdido prestigio y credibilidad. En Ucrania, ha perdido su guerra contra la Federación Rusa y se sospecha a su aparato de inteligencia y lo del Reino Unido de complicidad en el ataque terrorista en Moscú que mató a 144 personas civiles. En Asia Oeste, Estados Unidos ha sido un cómplice activo y abierto del genocidio sionista contra el pueblo palestino y sigue apoyando los grupos terroristas que atacan a la población civil en Siria. Por otro lado, no tiene una respuesta eficaz al desafío en el Mar Rojo donde el noble pueblo yemení lucha en defensa de Palestina.
El pasado día 25 de marzo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas exigió un cese al fuego inmediato en Gaza durante el mes de Ramadan para permitir establecer un duradero cese al fuego más adelante. La resolución exige la entrada a Gaza sin atrasos de alimentos, insumos médicos y ayuda humanitaria además de la liberación de todos las y los rehenes. Aparte de Estados Unidos, todos los miembros del CSNU, aun estrechos aliados de Estados Unidos como el Reino Unido y Francia, reconocieron que la resolución es absolutamente vinculante, solo el gobierno de Estados Unidos alega que su implementación es voluntaria. La mayoría de la opinión mundial percibe la posición desacertada de Estados Unidos como un paso más hacia la destrucción del derecho internacional y la total irrelevancia del sistema de las Naciones Unidas.
Por su parte, la dirigencia de la Unión Europea también refleja la desesperación de las élites occidentales ante su crisis de prestigio y credibilidad en el mundo. Por ejemplo, en una entrevista con CNN del pasado 25 de marzo, Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, comentó sobre el conflicto en Ucrania: “No podemos dejar que Rusia gane esta guerra. De lo contrario, los intereses de EEUU y Europa se verán dañados… Se trata de nuestros propios intereses. Y también se trata de los intereses de Estados Unidos como actor global, que quiere ser percibido como un socio responsable capaz de garantizar la seguridad de sus aliados”. Con estas palabras el señor Borrell confirma la psicótica demencia de las élites occidentales.
Es sencillamente falso afirmar que los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN van a poder revertir la derrota categórica ya sufrida por su lacayo régimen nazi en Ucrania. Así que afirmar que es imperativo para Estados Unidos y la Unión Europea de ser percibidos como contrapartes confiables, capaces de respaldar a sus aliados, en la práctica implica continuas y mayores provocaciones militares de parte del Occidente en otras partes del mundo. Esta segunda consideración es altamente relevante para los gobiernos y pueblos de los países europeos de la OTAN, de Corea del Sur, Filipinas, Japón y la provincia China de Taiwán en Asia Este; para Israel en Asia Oeste y, en América Latina, Guyana. En cada uno de estos casos, existen propuestas y mecanismos de diálogo para resolver las desavenencias en cuestión, pero Estados Unidos ha intervenido para impedir su oportuna resolución pacífica.
El contraste es muy instructivo entre la posición de las élites occidentales tal como lo explicó Josep Borrell y la posición de las autoridades de la República Popular China. En Beijing, al fin de diciembre del año pasado se celebró la Conferencia Central sobre el Trabajo Relacionado con Asuntos Exteriores en que el Presidente Xi Jinping hizo una intervención para resaltar los principios de la política externa de la República Popular China. El resumen en la página de la Cancillería china lee:
“China aboga por un mundo multipolar equitativo y ordenado junto con una globalización económica universalmente beneficiosa e inclusiva. Un mundo multipolar igualitario y ordenado es aquel en el que todos los países, independientemente de su tamaño, son tratados como iguales, se rechaza el hegemonismo y las políticas impuestos a la fuerza y se promueve la verdadera democracia en las relaciones internacionales. Para que el progreso hacia una mayor multipolaridad sea generalmente estable y constructivo, todos deben observar los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, todos deben defender las normas básicas universalmente reconocidas que rigen las relaciones internacionales y se debe practicar un verdadero multilateralismo. Una globalización económica universalmente beneficiosa e inclusiva es aquella que satisface las necesidades comunes de todos los países, especialmente de los países en desarrollo.”
En cambio, se puede ver claramente el significado de la posición elaborado por Josep Borrell en las diversas iniciativas en desarrollo de parte de Estados Unidos y sus aliados. Ahora, Kyodo, la agencia de noticias más importante de Japón, reporta que Estados Unidos invitará al primer ministro japonés y al presidente surcoreano a la cumbre de la OTAN que se celebrará en Washington en el próximo mes de julio. Este año, Japón ha aumentado su gasto militar 16% más que el año pasado. El pasado mes de febrero Estados Unidos movilizaba cinco grupos de ataque de portaaviones de su flota del Pacífico en una clara amenaza a ambos China y RPD de Corea y a la zona del Pacífico de la Federación Rusa. Hay más de 50,000 militares estadounidenses en Japón en más de 80 bases militares y en la República de Corea hay más de 25,000 militares estadounidenses en más de 20 bases militares de fuerzas terrestres, aéreas y navales.
Esta presencia militar hostiga directamente a la República Popular Democrática de Corea y a China. El pasado 28 de marzo Rusia aplicó su veto a la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) para prorrogar el mandato del grupo experto sobre las sanciones contra RPD de Corea. La República Popular China se abstuvo, en un claro señal que Rusia y China rechazan el uso de parte de Estados Unidos y sus aliados de las medidas coercitivas como un medio de agresión económica contra un hermano país y su pueblo. Por su parte, China defiende firmemente sus intereses a la vez que promueve el dinámico desarrollo de su diplomacia y comercio regional. Por ejemplo, su comercio el año pasado con los cinco países de Asia Central aumentó por más de 27% sobre el año anterior. Se ha aumentado la capacidad de los ferrocarriles de carga por la región con destino a Europa y avanzan dos grandes proyectos de carretera entre China-Kirguistán-Uzbekistán y entre China y Tayikistán.
A pesar de la interferencia estadounidense en las complejas disputas territoriales en el Mar Meridional China, la República Popular China alienta al gobierno de Filipinas a seguir los procedimientos acordados en relación a su disputa bilateral. El pasado mes de diciembre el presidente Xi Jinping visitó Vietnam, con el que China también tiene históricas diferencias territoriales marítimas. Ambos países acordaron tomar en cuenta “el panorama estratégico de la solidaridad entre las fuerzas socialistas del mundo para responder a las necesidades mutuas de China y Vietnam, avanzar sus respectivos procesos de modernización y servir los intereses comunes de ambos pueblos”. También, en estos días, Prabowo Subianto, presidente-electo de Indonesia está de visita a China y se espera que Indonesia promoverá la relación entre los países de ASEAN y China basado en una política de no alineamiento.
Mientras la Federación Rusa ha logrado vencer la agresión de la OTAN en Ucrania, China defiende vigorosamente su visión de un mundo multipolar en Asia. En África, ambos Rusia y China implementan con mucho éxito la práctica de relaciones internacionales democráticas. La reciente visita de una fragata rusa al puerto de Massawa en Eritrea fue la primera visita de un buque ruso a Eritrea en treinta años. En años recientes China ha modernizado y ampliado el puerto de Massawa para facilitar su comercio con Etiopía. Etiopía es uno de los socios comerciales y económicos africanos más importantes de China que promueve proyectos de infraestructura en el país con un valor de más de US$4 mil millones. En años pasados China invirtió casi US$3.5 mil millones para conectar a Etiopía por ferrocarril a puertos en el vecino y estratégico país de Djibouti donde se ubica el único base militar de China en ultramar.
Se espera replicar este modelo de cooperación entre China y los demás países de África, en paralelo con iniciativas de cooperación de la Federación Rusa. No pasó desapercibido la falsa manipulación de los países occidentales del acuerdo sobre granos para África en 2022, y el gesto humanitario de Rusia en 2022 y 2023 de donar cientos de miles de toneladas de granos y fertilizantes a los países africanos necesitados a pesar del bloqueo occidental. Este año, Etiopía se unió a los países BRICS junto con Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos e Irán. En África Oeste, Nigeria ha declarado que quiere integrarse al BRICS. Mali y Burkina Faso junto con Níger salieron de la estructura neocolonial de ECOWAS para formar su propia Alianza de Estados del Sahel. Níger ha cancelado su cooperación militar con EE.UU. Guinea ha manifestado su apoyo a Mali, Burkina Faso y Níger.
Senegal acaba de elegir un nuevo presidente Bassirou Diomaye Faye quien aboga por una defensa más activa de la soberanía de su país y mayor esfuerzo hacia la integración panafricana. El apoyo militar ruso ha permitido a la República Centroafricana estabilizar su sociedad y economía después del agudo conflicto interno de 2017. Argelia mantiene una posición anti-imperialista y consolida sus ya estrechas relaciones con Rusia. China mantiene acuerdos de relación estratégica con Mozambique y con Tanzania. Es un importante socio comercial de Zimbabwe y su mayor fuente de inversiones y es el principal socio comercial y fuente de inversiones de la República Democrática del Congo. Estos apuntes resumen de manera clara la preeminencia política y económica en África de China y Rusia.
Ante el relativo declive de su influencia y prestigio en África y Asia, Estados Unidos se ha esforzado para aumentar su influencia y presencia militar en América Latina y el Caribe. Opera más de 70 bases militares en todo el continente, la mayoría en América Central, el Caribe y Colombia. Últimamente ha logrado insertar sus fuerzas armadas en Argentina para controlar el Río Parana en adición a sus bases en ese país en Salta, Misiones, Neuquén y Ushaia. Ecuador y Perú han aceptado la presencia de tropas estadounidenses. Guyana ha permitido ejercicios militares estadounidenses en su territorio y la posibilidad de un futuro conflicto militar con Venezuela persiste aunque no conviene al Presidente Biden antes de las elecciones de este año en noviembre.
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La jefa del Comando Sur de las fuerzas armadas estadounidenses, General Laura Richardson en su testimonio del pasado 12 de marzo a la Cámara de Representantes insistió repetidamente en las malignas intenciones e influencia de la República Popular China y la Federación Rusa en América Latina y el Caribe. Afirmó que “Una red global de aliados y socios guiados por valores y principios democráticos da a los Estados Unidos una ventaja inigualable sobre la República Popular China.” Se supone que la General refiere a sus aliados del terrorista régimen nazi de Ucrania, del régimen genocida de Israel solo capaz de masacrar civiles indefensas y al gobierno vendepatria del Javier Milei en Argentina. La mayoría de los países de la región mantienen buenas relaciones con China y Rusia.
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Como explicó nuestro Buen Gobierno en su mensaje del 29 de marzo en respaldo a la República Popular China: “Conocemos el lenguaje y las modalidades agresivas de los Imperios del Mundo. Los hemos vivido en carne propia. Y sabemos que esas agresiones y campañas innobles, responden al afán reiterado de dominio de un Mundo que no les pertenece, porque somos una Comunidad Humana de Pueblos Inteligentes, Creativos, Cultos y Libres… Rechazamos la injerencia interesada, envidiosa y extrema de los Imperialistas de la Tierra, que solo destruyen, y no aportan nada al Bienestar que nuestros Pueblos, que como creadores y dueños de las Riquezas del Planeta, merecemos”.