El maíz transgénico, ha desatado polémica entre Estados Unidos y México, luego que el gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador, decretara la prohibición para adquirir, utilizar, distribuir, promover e importar este producto genéticamente modificado.
Estados Unidos ha tratado de defenderse, ante esta nueva política agrícola, tomando en cuenta que es el principal proveedor de este rubro, en México, con el envío anual de hasta 16 millones de toneladas de maíz.
El mandatario mexicano, sostuvo que México continuará su política de restringir gradualmente el uso del maíz transgénico y prohibirlo completamente para el consumo humano.
De acuerdo a la Cámara Nacional del Maíz de México, el 30 % del consumo de este producto es para uso humano; 47 & pecuario y 9 % para uso industrial.
En este sentido, afirmó que “no hay ahora ningún interés particular de algún grupo económico que pueda estar por encima del interés general, y en este caso de la salud del pueblo”.
«Por encima de lo mercantil, de lo lucrativo, de lo comercial, debe estar la salud y estamos avanzando con ese propósito. Hasta ahora han ido entendiendo que tenemos de actuar», sostuvo López Obrador.
Mientras tanto, autoridades estadounidenses han expresado su “decepción” ante esta medida. El secretario de Agricultura del país norteamericano, Tom Vilsack, informó que están revisando la prohibición emitida por México.
Comunidades ambientalistas de México, además promueven la campaña “Sí al maíz nativo. No al maíz transgénico y uso de agrotóxicos”.
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El gobierno de AMLO, además prohibió la importación, uso y distribución del Glifosato, un herbicida que evita que las plantas produzcan proteínas necesarias para crecer, es decir, su utilización está enfocada en destruir las “malas yerbas” que roban espacio, luz, agua y nutrientes a los cultivos.
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El glifosato, además puede generar graves consecuencias a la salud humana, entre ellas mareos, náuseas, problemas respiratorios, aumento de la presión sanguínea e irritaciones dérmicas y oculares.