Dos impactos de bala en el pecho y uno en la muñeca, acabaron con la vida del afroamericano, Amir Locke, a manos de un oficial de policía. El hecho ha encendido nuevamente la llama de las protestas contra el racismo y la violencia policial, y centenares de ciudadanos han salido a las calles de Estados Unidos para exigir justicia.
Los proyectiles fueron detonados por el oficial, Mark Hanneman, quien cuenta con 4 quejas en su historial, tres de estas sin ninguna sanción. La escena del crimen fue catalogada por el forense como la de un “homicidio”, donde falleció Locke, quien tenía un récord policial sin antecedentes.
Los estadounidenses, igual que en mayo del 2020, cuando un policía asesinó al ciudadano, George Floyd, se encuentran manifestándose de manera masiva, en rechazo a la “brutalidad policial” y al racismo, una combinación que ha acabado con la vida de miles de afroamericanos a lo largo de la historia en Estados Unidos.
Locke de 22 años, dormía en un sillón dentro de su casa, cuando bajo el silencio de la madrugada, sin previo aviso un escuadrón élite SWAT, de la policía de la ciudad de Saint Paul, irrumpió en la casa del joven, quien evidentemente sorprendido sacó su arma de fuego legalmente adquirida, para usarla en su defensa, pero de inmediato fue abatido por el efectivo policial Hanneman, quien sin mucha demora disparó contra su humanidad.
El dictamen oficial del estudio forense, constató que Locke murió de “múltiples heridas de bala”, en una tragedia que quedó registrada en una las cámaras reglamentarias de los oficiales, y que ha sido mostrada al público, sin embargo, los protestantes aducen que existen más videos de otras cámaras y exigen que salgan a la luz.
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Para el mar de manifestantes en las avenidas de Minneapolis, nada ha cambiado en los últimos años, la brutalidad policial no cesa contra los afroamericanos y la sangre de sus hermanos, hijos, padres o amigos, sigue tiñendo la historia de racismo en Estados Unidos.