En febrero de 2023, se cumplen 20 años de la invasión de Estados Unidos a Irak. Las oscuras páginas de la historia, registran aquel fatídico momento cuando el entonces secretario de Estado de la nación norteamericana, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, afirmó que tenían información confiable sobre una supuesta producción de armas de destrucción masiva por parte del país asiático de Oriente Próximo.
La fabricación de aquellas supuestas pruebas, dieron pie para que Estados Unidos perpetrara el más cruento genocidio, sobre Irak. Sin embargo, se llegó a conocer que Powell junto a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), engañó al mundo sobre aquella “evidencia”. Las investigaciones de la Organización de las Naciones Unidas, en Irak, no encontraron rastros de ninguna arma de destrucción masiva, pero para entonces ya varias ciudades iraquíes habían sido devastadas por los bombardeos estadounidenses.
Estados Unidos emprendió aquel brutal bombardeo junto con sus aliados del Reino Unido. El presidente, George W. Bush, y sus asesores, dijeron que Saddam Hussein, estaba construyendo armas de destrucción masiva, y aunque realmente no existía prueba alguna, ordenó el ataque: Irak se vio militarmente atacado con misiles de crucero y buques de guerra, desde el Golfo Pérsico.
Sobre el terreno, Estados Unidos llegó a enviar hasta 150 mil fuerzas militares; mientras que las fuerzas británicas se calculan en unos 46 mil efectivos. A su vez, el Servicio de Investigación del Congreso de los Estados Unidos, estima que le país gastó casi 802 mil millones de dólares en la financiación de este conflicto.
La narrativa implantada por Bush, para justificar el ataque era “que había que liberar a Irak de su malvado dictador”. Una de las imágenes simbólicas de esta intervención fue el derrumbe de una estatua de Saddam Hussein, en Bagdad.
Pese a nunca encontrase las armas de destrucción masiva en Irak, Estados Unidos capturó a Saddam, quien posteriormente, en 2006, fue llevado a la horca, por supuestos “crímenes contra la humanidad.
En 2004, periodistas de medios internacionales, que cubrían la invasión, en Irak, circularon imágenes de prisioneros iraquíes siendo torturados por militares de Estados Unidos, lo que generó una mayor presión para poner fin al conflicto; ese mismo año, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Anan, expresó que “la guerra era ilegal”.
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“Esperamos que no veamos otro tipo de operación como la de Irak en mucho tiempo, sin la aprobación de la ONU y sin mayor apoyo de la comunidad internacional”, manifestó.
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La intervención militar de Estados Unidos en ese país, llevó a Irak a convertirse en el país del mundo con mayor índice de mortalidad, entre los años de 1990 y 2000; y paralelo a la guerra, se acrecentó la crisis humanitaria, al punto que la misma Organización de las Naciones Unidas precisó que unos 4 millones de personas requirieron asistencia humanitaria.