Una serie de ataques orquestados por bandas criminales resultó en la fuga masiva de presos de la Penitenciaría Nacional de Haití, el principal centro de reclusión del país, ubicado en la capital, Puerto Príncipe.
Según informes del diario Le Nouvelliste, de los 3,696 reclusos confinados, solo un pequeño grupo permaneció en la prisión tras los disturbios, resultando en la liberación de prácticamente casi el 100 % de los reos, aunque las cifras oficiales aún no han sido divulgadas por las autoridades.
Gobierno haitiano busca contener la crisis
En respuesta a esta escalada de violencia, que también vio el asalto de las dos mayores cárceles del país y la liberación de sus ocupantes, el gobierno haitiano ha instaurado un toque de queda nocturno, en un esfuerzo por retomar el control de las calles.
El ministro de Finanzas y primer ministro en funciones, Patrick Boivert, emitió un comunicado instando a la policía a usar «todos los medios legales» para hacer cumplir la medida y capturar a los fugitivos.
Este reciente brote de violencia, que resultó en la muerte de al menos nueve personas, incluidos cuatro oficiales de policía, desde el 29 de febrero, marca un nuevo pico en la crisis de seguridad que enfrenta Haití.
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Con casi cien bandas criminales en expansión solo en el área metropolitana y una fuerza policial de aproximadamente 9,000 miembros desbordados en capacidad y recursos, frente a más de 11 millones de habitantes, según datos de la ONU, la situación plantea un desafío monumental para la estabilidad y el orden público en la nación caribeña.
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Los pandilleros, que se estima controlan hasta el 80 % de la capital, continúan superando en número y armamento a las fuerzas del orden, complicando aún más los esfuerzos por restaurar la paz en el país.