Un equipo de científicos de la Universidad de Agricultura Faisalabad en Pakistán, destacó la necesidad de comprender a fondo las respuestas bioquímicas, ecológicas y fisiológicas de las plantas frente al estrés térmico y la sequía.
De esta manera, el estudio titulado “Adaptabilidad de las plantas al cambio climático y al estrés seco para el crecimiento y la producción de cultivos”, plantea la importancia crucial para desarrollar soluciones prácticas y una gestión más efectiva en la agricultura.
Granos básicos afectados por la sequía
«Debido a los daños físicos, las alteraciones biológicas y las anomalías bioquímicas, los suministros de agua por debajo del nivel óptimo y las temperaturas inusuales tienen un impacto negativo en el desarrollo y el rendimiento de los cultivos», explicó el Dr. Aqarab Husnain Gondal.
Haciendo referencia a un exhaustivo análisis que abarcó más de tres décadas sobre los rendimientos del cultivo de maíz, los investigadores destacan que, en el periodo comprendido entre 1980 y 2015, la sequía ocasionó una disminución de hasta un 40 % en los rendimientos de trigo y maíz a escala global. Cada aumento de un grado centígrado resultó en una pérdida del 6 % en la producción mundial de trigo.
«El estrés abiótico está reduciendo el rendimiento de los cultivos en todo el mundo», explica el Dr. Husnain. «Específicamente, el estrés por calor y la sequía están provocando respuestas diversas en las plantas, siendo la más notable la alteración en su desarrollo y morfología».
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Los científicos subrayan que, aunque el estrés por calor y sequía puede tener un impacto negativo en el crecimiento general de la planta, el crecimiento reproductivo, que involucra la transferencia de azúcares formados por la planta a la flor para la posterior formación del fruto, es el aspecto más afectado. Este proceso es fundamental para la producción de alimentos de origen agrícola.
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El equipo de investigadores abogó por una mayor atención y acciones centradas en abordar los desafíos asociados con el estrés térmico y la sequía, con el objetivo de desarrollar estrategias que fortalezcan la resiliencia de los cultivos y aseguren la seguridad alimentaria a largo plazo.