La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ha abordado con detenimiento el impacto que han tenido las distintas crisis globales, en la inclusión y calidad del sistema educativo, pasando de 75 millones de niños sin acceso adecuado a este derecho universal en 2016 a 222 millones en el presente.
El evento realizado en la sede central de la Unesco, ha albergado a más de 140 ministros de todas partes del hemisferio, y se trata de una antesala a la Cumbre para la Transformación de la Educación, que se efectuará en septiembre del corriente año en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, EEUU; donde se profundizará el cuarto Objetivo de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, referente a una educación de calidad e inclusiva.
Una crisis educativa sin precedentes
El manejo de la pandemia de la Covid-19, en distintos países que impusieron medidas restrictivas de movilidad o confinamientos forzados, propició el escenario ideal para profundizar las problemáticas como las enfrentadas en todos los niveles educativos.
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Las clases presenciales clausuradas, desembocaron en una deserción escolar masiva, nunca antes vista, donde los estudiantes más pobres del mundo sufrían la peor parte, por no contar con las facilidades (tecnología) para recibir clases online. El nuevo sistema implementado y obligado, excluyó a millones de niños, principalmente de escasos recursos.
Distintos organismos internacionales, en ese momento, advirtieron sobre la catástrofe que implicaban las acciones de los gobiernos; una de las consecuencias a corto plazo sería más personas sin educación, sin embargo, a mediano y largo plazo se previó que la pobreza se agudizaría aún más.
Los avances logrados en los temas educativos retrocedieron exponencialmente. Actualmente, los niños no escolarizados suman 78,2 millones y 120 millones asisten a clase, pero no cuentan con un aprendizaje aceptable en matemática o lectura, según la Unesco.
Otros conflictos que atañen la enseñanza
Si bien es cierto, el manejo de la pandemia del SARS-CoV-2 marcaría un precedente ampliamente negativo, este no sería el único. Los conflictos geopolíticos traerían consigo otro duro golpe al sistema educacional.
La prolongación del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, promovido abiertamente por Estados Unidos y otros países de Occidente, ya deja repercusiones en 5.7 millones de niños ucranianos en edad escolar.
Sin embargo, la situación en Ucrania, aunque no menos trascendental, constituye un contexto coyuntural. Existe una serie de conflictos armados que durante mucho tiempo han perjudicado a millones de niños y jóvenes.
El más reciente informe del organismo “La Educación No Puede esperar”, arrojó que “el 84 % de los niños sin escolarizar por motivos de crisis vive en países como: Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Mali, Nigeria, Pakistán, Somalia, Sudán, Sudán del Sur o Yemen, donde hay guerras y otros factores que alejan o impiden que los pequeños acudan a la escuela”.
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La Unesco ha estimado que “el 40 % de los países de renta baja y media-baja redujeron su gasto en educación, con el inicio de la pandemia en 2020, con un descenso medio del gasto real del 13,5%”, lo que implica un deterioro mayor en la enseñanza y en la inclusión de estudiantes.
Claves para la educación en tiempos de crisis
En la próxima Cumbre para la Transformación de la Educación, convocada por el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, se pretende plasmar soluciones ante las graves afectaciones en la educación, principalmente en los sectores más vulnerable de la sociedad, donde se ha enfrentado “graves pérdidas de aprendizaje”.
Los principales ejes que se abordaron en el encuentro, previsto en septiembre próximo, serán: las escuelas, el aprendizaje de calidad a lo largo de la vida, los docentes, la conectividad y la financiación de la educación.