Desde la Plaza de La Fe en Managua, los copresidentes Daniel Ortega y Rosario Murillo encabezaron el acto central en conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores y del 13.º aniversario del fallecimiento del comandante Tomás Borge.
El evento reunió a miles de trabajadores, combatientes históricos, miembros del Ejército, policías voluntarios y representantes del Ministerio del Interior. En su discurso, el copresidente Ortega reafirmó el compromiso del Gobierno con la paz, el trabajo y la unidad nacional.
Durante su intervención, el mandatario recordó los años de diálogo y cooperación entre los sectores productivos del país entre 2007 y 2017. “Los representantes de los trabajadores, de los productores agropecuarios, de los campesinos, de la gran empresa agrícola, industrial y los banqueros… todos ellos estaban representados. Había una contraparte bien organizada por los capitalistas, conocida como el Consejo Superior de la Empresa Privada. Y fue real que logramos alcanzar un entendimiento”, expresó Ortega.
Una unidad amenazada
Sobre el modelo de unidad, destacó que la estabilidad alcanzada por Nicaragua fue resultado de ese consenso nacional. “Pero en el fondo estaban las garras de los imperialistas, que no podían aceptar que aquí se consolidara un proceso revolucionario con gran unidad nacional. Empresarios de América Latina venían y se sorprendían del entendimiento que existía. Eso no se lograba en ningún otro país de la región: cohesión, unidad, entendimiento y paz”, enfatizó.
Ortega señaló que estos logros fueron interrumpidos por los hechos de abril de 2018. “No querían paz, querían un baño de sangre. Y eso fue lo que provocaron. Todo comenzó por una reforma al sistema de seguridad social que pedía a los empresarios aportar un poco más para mejorar los ingresos de los trabajadores. Ese fue el detonante”.
En ese contexto, también se refirió al incendio en la Reserva Indio Maíz, el cual —según afirmó— fue instrumentalizado como parte de una campaña internacional contra el Gobierno Sandinista.
“Cuando se incendió Indio Maíz, empezaron una campaña que se multiplicó por redes sociales. Ya tenían una articulación internacional que les permitía difamar a Nicaragua. Decían que el gobierno era el culpable y que no actuaría. La campaña fue global, impulsada por grupos asalariados del imperialismo yanqui”, relató Ortega.
Pese a ello, destacó que el incendio fue controlado sin asistencia externa. “Lo apagamos con los recursos del pueblo nicaragüense, con su fuerza, con su alma y su espíritu”, afirmó.
Un intento de golpe que fracasó
Sobre los actos de desestabilización, señaló que el plan golpista se desplegó en abril con grupos armados que atacaron cuarteles, universidades y bienes públicos. “Fue un plan articulado para destruir escuelas, hospitales y todo lo que sirviera al pueblo”, aseveró.
Ortega relató que, como gesto de paz, su gobierno convocó a un diálogo con los grupos opositores: “Tuvimos una reunión con quienes organizaban esos actos. Estaba presente Chanito Aguirre, que había sido nuestro gran vocero. Nos pidieron que acuarteláramos a la Policía mientras buscaban un entendimiento. Con buena voluntad, acuartelamos a la Policía… y fue ahí cuando comenzaron los ataques a los cuarteles”.
El copresidente concluyó destacando que fue la unidad, la conciencia y la fortaleza del pueblo nicaragüense lo que permitió superar el intento de golpe de Estado. Gracias a esa respuesta colectiva, Nicaragua logró preservar la paz, una condición fundamental que hoy se mantiene y que debe ser protegida, agregó.