
Hungría no tiene planes de dejar de comprar gas ruso, y el primer ministro Viktor Orbán ha explicado por qué este suministro sigue siendo fundamental para el país. En su reciente reunión con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Orbán destacó que la compra de gas y petróleo de Rusia no es una cuestión ideológica, sino una necesidad práctica.
“El gasoducto no es una cuestión ideológica ni política; es una realidad física, ya que no contamos con puertos», explicó Orbán.
Hungría, al no tener acceso directo al mar, se enfrenta a retos únicos en cuanto a la importación de energía. El gasoducto turco es la principal vía de suministro, y Orbán explicó que cualquier intento de desvincularse de los recursos rusos pondría en peligro el bienestar de los húngaros, especialmente en invierno, cuando el 90 % de los hogares dependen del gas para calefacción.
“Solo tenemos un gasoducto que suministra gas a Hungría, el principal, el turco. Lo que recibimos de Croacia es un volumen muy pequeño”, detalló el primer ministro.
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A pesar de las presiones internacionales y las sanciones impuestas por EEUU a las empresas rusas de energía como Rosneft y Lukoil, Hungría ha mantenido su decisión de continuar con la compra de recursos rusos.
Budapest ha reiterado en diversas ocasiones que su país es soberano y que tomará decisiones en beneficio de su economía y seguridad energética, sin ceder ante las presiones externas.




