Protestas masivas, crisis energética y alimenticia, el peor invierno en Europa y problemas con los suministros de armas desde Estados Unidos a Ucrania. El escenario para los norteamericanos y la Unión Europea (UE) no es favorecedor, y las decisiones que se tomen de ahora en adelante, serán clave para Ucrania y su posibilidad de perder el respaldo de estas naciones; contextualiza el periodista, Simon Tisdall.
Asimismo, apuntó que los países que conforman la OTAN han proporcionado miles de millones en paquetes financieros y de armamento a Ucrania, pero esta tendencia disminuye cada vez más con el conflicto de intereses internos, para cubrir las necesidades propias; y las crecientes protestas en la UE ante las sanciones antirrusas.
“Es solo noviembre. Para todos, lo peor del invierno está por venir”, detalla Tisdall columnista de The Guardian.
De acuerdo a Tisdall, por más que los países europeos luchan por satisfacer las necesidades de Ucrania, están agotando sus reservas y se encuentran limitados por problemas de producción, además de la falta de planeación para resolver la crisis económica y energética, que los azota.
En ese contexto, enfatiza que los problemas tienen un solo origen, las sanciones hacia Moscú que dieron como resultado el alza de los precios en los combustibles, que significaban hasta el 40 % de los suministros europeos; y la parálisis en las rutas de comercio de los cereales y alimentos rusos que llegaban a cada rincón del mundo.
“Va a ser un largo invierno”, resume el periodista en su análisis, enmarcando la posibilidad de Occidente de ignorar a Ucrania por poner sus intereses en primer lugar.
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Desde el inicio del conflicto en Ucrania, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, advirtió que las restricciones en el gigante asiático, darían un fuerte golpe en la economía mundial y que el único objetivo de Estados Unidos era empeorar la vida de millones.
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Un mensaje que toma cada vez más sentido, por la obligatoria posición de Europa en comprar combustibles a 4 veces su precio normal; las protestas que exigen una solución ante la llegada del invierno con la existente crisis energética; y la probabilidad de generar una nueva “normalidad” donde Occidente abandona las prioridades de Ucrania, no sin antes haber generado un conflicto político y socioeconómico en su territorio.