Los virus gigantes encontrados bajo la superficie terrestre, marcan un hito en el estudio científico.
Los virus gigantes encontrados bajo la superficie terrestre, marcan un hito en el estudio científico.

Ante las inusuales formas de los virus gigantes encontrados por científicos bajo la superficie terrestre en los bosques de Harvard, estos han recibido nombres como “Tortuga”, “Gorgona” y “Estrella de Navidad”.

El hallazgo de los enormes virus, publicado en bioRXiv, fue realizado por científicos de la Universidad de Massachusetts y del Instituto Max Planck de Investigación Médica, quienes detallaron que sus dimensiones superan los tamaños comunes, y sus formas son inéditas, según lo observado a través de microscopía electrónica.

Diversidad en estructura de los virus gigantes

“…350 virus gigantes de entre 220 y 1200 nanómetros de diámetro, presentan características morfológicas nunca antes vistas en la ciencia: desde capas exteriores en forma de estrella hasta apéndices tubulares que desafían nuestra comprensión de la biología viral”, destacó Sergio Parra, especialista en temas de ciencia, naturaleza, tecnología y salud de la Revista National Geographic.

La estructura de los virus gigantes encontrados bajo la superficie terrestre de Harvard, evidencian una amplia diversidad en ese aspecto. Imagen: bioRXiv.

Asimismo, Parra detalló en su artículo que evidentemente más grandes que los virus típicos, “este tipo de virus ha fascinado a los científicos por su tamaño y genomas enormes. A diferencia del virus del COVID-19, que mide entre 100 y 160 nanómetros, estos gigantes superan las medidas comunes”.

Según estudios científicos, los virus gigantes se caracterizan por infectar a organismos unicelulares, sin embargo, los hallazgos propician una discusión entre los expertos en virología, ante la posibilidad de su interacción con humanos o animales.

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El estudio refirió que el origen de estos virus gigantes, hasta el momento, sigue siendo incierto, sin embargo, el descubrimiento evidencia una amplia “diversidad genética estructural”, que representan un nuevo desafío en la virología ambiental.

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Parras, detalló en su escrito que la presencia de estos virus “no solo se limita a los suelos forestales, sino que se extiende a ambientes diversos como océanos y permafrost (como el Pithovirus sibericum, que resucitó tras permanecer 30.000 años congelado)”.