
El avance de tecnologías como los órganos en chips, los modelos digitales y la inteligencia artificial está transformando la investigación biomédica, abriendo la posibilidad de reemplazar las pruebas en animales.
La nueva estrategia del Reino Unido, que fija plazos concretos para abandonar prácticas tradicionales, que durante décadas fueron consideradas indispensables, refleja no solo un cambio ético, sino un giro científico sustentado en evidencia.
Estos sistemas, capaces de imitar funciones fisiológicas humanas con mayor precisión que los modelos animales, ya son utilizados por instituciones como la FDA para evaluar vacunas, efectos de radiación o respuestas inmunológicas.
Los organoides, estructuras tridimensionales creadas a partir de células humanas, permiten estudiar procesos de desarrollo y probar fármacos personalizados sin recurrir a animales vivos.
Paralelamente, la inteligencia artificial ha demostrado capacidad para analizar enormes bases de datos biomédicos y diseñar gemelos digitales: órganos virtuales que simulan intervenciones clínicas con una exactitud inédita.
Rusia acaba de dar un paso histórico para la ciencia médica, creando la primera vacuna mundial contra el cáncer. Enteromix, está lista para aplicarse en humanos, y podría salvar millones de vidas.
— JP+ (@jpmasespanol) September 19, 2025
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Natalia Trayanova, investigadora citada por MIT Technology Review, asegura que su modelo digital de corazón puede identificar los puntos exactos donde intervenir en casos de arritmia, afirmando que “solo tienen que confiar en nosotros”.
Aunque los marcos regulatorios internacionales aún exigen pruebas en animales para aprobar medicamentos o dispositivos médicos, el límite del desarrollo de estas tecnologías ya no es el científico, si no el normativo.
La tasa de fracaso, más del 95 % de los tratamientos exitosos en animales no funcionan en humanos, refuerza la tesis de que el modelo tradicional está obsoleto frente a plataformas más precisas, humanas y reproducibles.




