Desde 2006, más de 2000 personas han sido asesinadas en EE. UU., incluyendo a niños y niñas en edad escolar. En 2023, la situación parece estar empeorando, con una “Plaga de armas” que siembra muerte en las calles. A pesar de esta grave situación, corporaciones y políticos se oponen vehementemente a prohibir las armas, priorizando sus intereses económicos por encima de la vida humana.

La facilidad para adquirir armas en EE.UU., sin obstáculos burocráticos significativos, ha llevado a una proliferación de pistolas y fusiles de alto calibre, creando un punto ciego para las entidades reguladoras y permitiendo que menores de edad y personas con trastornos psicóticos adquieran armas letales con relativa facilidad.

En los 50 estados de EE.UU., el requisito principal para obtener un arma de fuego es ser mayor de 21 años y cumplir con ciertos aspectos psicológicos, que rara vez se evalúan de manera efectiva. A pesar de representar solo el 4.2 % de la población mundial, el país norteamericano posee el 46 % de la propiedad civil mundial de armas, lo que refleja la magnitud del problema en comparación con otros países.