La primera vuelta de las elecciones legislativas anticipadas francesas ha comenzado con la apertura de los centros de votación en el territorio metropolitano, lo que podría marcar la llegada al poder de la ultraderecha por primera vez a través de la vía democrática.
Los franceses mayores de 18 años, que suman más de 49,5 millones de personas, están convocados a elegir a los 577 diputados en igual número de circunscripciones uninominales, cada una de las cuales reúne a un promedio de 125.000 electores.
Estas elecciones se producen tras la convocatoria de comicios nacionales anticipados por parte del presidente francés, Emmanuel Macron, a principios de este mes, convirtiéndose en el primer presidente en hacerlo desde 1997.
La jornada electoral del 30 de junio es solo la primera ronda de un sistema a doble vuelta, siendo el 7 de julio una fecha clave.
La Asamblea Nacional francesa está compuesta por 577 diputados, elegidos en igual número de circunscripciones: en cada una de ellas, solo hay un vencedor en primera vuelta si alguien logra más del 50 por ciento de los votos emitidos y estos representan, además, al 25 por ciento del electorado total.
A tenor de lo observado en Nueva Caledonia, los expertos pronostican una alta participación, lo cual beneficiará a los más de 4.000 candidatos que se presentan, ya que incrementa las posibilidades de que los candidatos se clasifiquen para la segunda vuelta: es necesario obtener un número de votos al menos igual al 12.5% de los votantes registrados para poder pasar de ronda.
Partidos conservadores lideran las encuestas
Los sondeos sitúan a la alianza conservadora liderada por la Agrupación Nacional de Jordan Bardella y Marine Le Pen por delante de sus rivales, con una intención de voto que ronda el 30 por ciento, aunque no está claro si podrán alcanzar la mayoría absoluta que reclama Bardella para gobernar sin dependencias externas.
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Si, como anticipan las encuestas, Macron pierde la mayoría en la cámara (desde las últimas elecciones de 2022 dispone de una mayoría simple, no absoluta), deberá nombrar a un primer ministro que pueda obtener el respaldo de la Asamblea Nacional, ya que el Gobierno responde ante la cámara de diputados.
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Esto significa que, para que los proyectos del Ejecutivo salgan adelante, necesitarán el voto mayoritario de los diputados, quienes además pueden derrocar al Gobierno con una moción de censura no constructiva, sin necesidad de constituir un gabinete alternativo con respaldo de la cámara.