La India, está muriendo. Desgarro, dolor y luto, quiebra de dolor la nación de Asia del Sur. Han iniciado a difundirse, las primeras imágenes dantescas, de las quemas masivas de muertos por una supermutación de COVID-19. Los campos de quemas, son realmente apocalípticos.

Los médicos de primera línea, están agotados, destrozados. Las ambulancias y los cadáveres están por todos lados. Los hospitales reciben llamadas, cada 30 segundos, de personas que buscan ser atendidas; la mayoría son pacientes en estado crítico.    

Los féretros arden, mientras la peste se multiplica rápidamente por las calles. Los mismos deudos han tenido que quemar los cuerpos de sus familiares fallecidos, ante el colapso del sistema funerario.

La nueva variante de Coronavirus, B.1.617, se expande, entre las familias. Las olas de infecciones, han obligado a Delhi, la capital de este país, a imponer un confinamiento total.

Expertos, atribuyen el masivo contagio, a la doble mutación del virus, E484Q/E484K, incluso, capaz de evadir los anticuerpos producidos por el sistema inmunológico de las vacunas.

La nación, ha batido récords mundiales, sobrepasando la barrera de hasta 300 mil contagios y 2 mil 104 muertes, en 24 horas, desnudando las fragilidades del sistema sanitario y las morgues topadas.

La india, con más de 1 mil 300 millones de habitantes, actualmente se ubica como el segundo país del mundo, con proporciones sin precedentes de casos por COVID-19; solo por debajo de Estados Unidos.

Actualmente, los registros superan los 16.6 millones de contagios y más de 190 mil muertes. En las calles y campos, hay más cuerpos de los que se pueden quemar; y las piras funerarias, siguen en un incremento frenético.