Moïse Mugenyi Kabagambe, un trabajador refugiado procedente de la República del Congo, llegó a Brasil junto a su madre y hermanos a la edad de 11 años, huyendo de la pobreza y los conflictos armados en su país. Sin embargo, del racismo y la xenofobia que se ha agudizado en Latinoamérica, no pudo escapar.
¿Qué fue lo que ocurrió?
El 24 de enero de 2022, Moïse de 25 años, llegó hasta un exclusivo barrio de condominios lujosos en Río de Janeiro, a cobrar por dos días de trabajo, el equivalente a 37 dólares. El dueño del lugar, para no pagarle, prefirió atacarlo y con cuatro hombres más, le dieron una golpiza, lo asfixiaron y ya muerto, continuaron torturándolo.
La muerte de Moïse, sembró indignación en miles de ciudadanos, que salieron a las calles de varias ciudades de Brasil a exigir justicia, además, abrió el debate sobre el racismo y la xenofobia, un flagelo que aún se manifiesta en Latinoamérica.
El racismo se presenta cuando una raza o grupo étnico se considera superior a otra, mientras que la xenofobia, deriva en el rechazo a cualquier persona por el hecho de no compartir la misma nacionalidad.
Según el antropólogo de la Universidad Nacional de Nicaragua, Xabier Rodríguez, el racismo y la xenofobia en América Latina, se han exacerbado debido a la migración. “Es precisamente con las poblaciones más desposeídas que se manifiestan estos fenómenos, porque son las que se ven obligadas a migrar y abandonar sus países”, señaló.
Las cifras en Latinoamérica
En América Latina, una región con más de 652 millones de habitantes, de los cuales aproximadamente 150 millones de personas son negras mestizas, afrolatinas y afrocaribeñas, los problemas de racismo están a la vista, comunidades abandonadas y sin asistencia gubernamental, el rechazo a su cultura y lengua, o la invasión a sus territorios.
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Pero la causa de la discriminación, no es solo por el color de piel, sino también por origen étnico, el estatus o clase social o por simplemente ser inmigrante.
Un ejemplo, es la xenofobia contra migrantes venezolanos, en otras naciones de Suramérica. Recientemente, en el norte de Chile, una marcha antiinmigrante terminó con una gran fogata, encendida con las pocas pertenencias de un grupo de venezolanos sin techo.
Ocurrió algo similar en Brasil en 2018, cuando un grupo de protestantes obligaron a más de 1,200 venezolanos a cruzar la frontera de regreso a su país, quemándoles sus pertenencias y destruyendo el campamento donde se albergaban.
Pero la violencia racista y xenofóbica también se manifiesta desde el Estado y el crimen organizado; evidenciada en el sufrimiento al que son sometidos los migrantes centroamericanos en su tránsito hacia los Estados Unidos, quienes se enfrentan a robos, extorción, secuestros, represión y hasta la muerte.
Rodríguez considera que la sociedad ha “asumido como propio un discurso imperial”, hasta el punto de tener una “exacerbación del nacionalismo, de pensar que el extranjero, el extraño, es malo por sí mismo”.
También, desde los mismos medios de comunicación se promueve el racismo desde clases sociales que se consideran superiores, como ocurrió en Bolivia, durante el golpe de Estado a Evo Morales en 2019, por el rechazo a que un indígena administrara los recursos del país, donde además promovieron asonadas contra los pueblos indígenas, que terminó en golpizas y muertes.
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Lo cierto es que, la discriminación entre latinoamericanos parece no acabar y los resultados son cada vez más violentos; en una sociedad altamente polarizada, donde distintos sectores luchan contra este flagelo todos los días.