La variante Delta de la COVID-19 está presente ya en 96 países. Es 60 % más contagiosa que la primera cepa, y la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha alertado de un nuevo repunte de la pandemia en todo el mundo.

Pero, ¿cómo podemos identificar la variante? Aunque es muy parecida a las otras cepas, esta posee algunos síntomas nuevos o más acentuados que las otras variantes.

Una primera característica es el dolor de cabeza, un poco más fuerte que en las variantes anteriores; también genera congestión nasal, muy similar a la gripe común, se presenta dolor de garganta y en la cuenca de los ojos. La fiebre se manifiesta igual que en las otras cepas, por otro lado, la tos es más leve.

Otros síntomas que pueden presentarse son la diarrea, vómito, dolores musculares y malestar general.

Cuando la enfermedad no se detecta a tiempo puede provocar, al igual que las otras cepas, insuficiencia respiratoria, la cual que puede complicarse hasta provocar la muerte.

Se han detectado también muchos casos asintomáticos o con síntomas muy leves, que pueden ser confundidos con una gripe o alergia.

¿Cómo han reaccionado las vacunas a esta nueva variante? Aún no hay una respuesta definitiva, los científicos continúan realizando estudios, sin embargo, al parecer las vacunas tienen una efectividad similar a la que tienen con las otras cepas.

La OMS ha insistido que la única manera de prevenir el contagio con la variante Delta, es extremar las medidas de bioseguridad que todos los países venían implementando.

Muchas naciones han hecho lo contrario: la presión económica ha empujado a los gobiernos a flexibilizar las medidas para impulsar una recuperación financiera de las grandes empresas y negocios particulares.