La llegada de Elon Musk a Twitter, a partir de su compra por unos 44 mil millones de dólares, fue marcada con la frase “el pájaro está liberado”; y se ha convertido repentinamente en un “RIP Twitter”, que enlista un nuevo caos en la empresa bajo la propiedad del magnate, que buscaba “ayudar a la humanidad” y convertir la red social en “el futuro de la civilización”.
El nuevo conflicto se desata tras el ultimátum enviado por Musk a los empleados, con fecha límite, para decidir si se iban, y recibir una indemnización por 3 meses, o continuaban en la empresa, sin importar los cambios radicales en sus políticas de trabajo, para largas e intensas jornadas laborales, sin excepción alguna, en busca de “maximizar” los niveles productivos.
Un mensaje que seguramente reabrió la herida entre el personal que aún continuaba trabajando con la compañía, sobreviviendo del primer recorte realizado por Musk, donde al menos la mitad de la plantilla general que se cree ronda los 7,500 trabajadores, fue despedida.
Las renuncias masivas, no se hicieron esperar, rechazando los nuevos términos impuestos por Musk, llevando al cierre temporal de los edificios de oficinas de la compañía, por la falta de personal y por el temor de que los empleados que dejan la empresa, intenten sabotear la red social de algún modo.
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Los trabajadores salientes, utilizaron el mismo Twitter, para publicar sus mensajes, a través del hashtag #LoveWhereYouWorked, traducido como “ama donde trabajabas”; como una despedida luego de años laborando en la empresa.
Los problemas de Twitter, no solo son desafíos internos, también atraviesan riesgos legales protagonizados por 7 senadores demócratas, que solicitan el inicio de una investigación con respecto al caso de la red social.
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El paso de Elon como jefe del pajarito azul, ha sido marcado por los despidos masivos de personal, el polémico pago por verificación de cuentas, que resultó en un fracaso; y las grandes caídas en las acciones de la empresa.
