En un comunicado oficial, el Gobierno de Nicaragua ha señalado al Estado Vaticano por su «historia de inclinaciones y prácticas abominables, perversas, inhumanas», en complicidad con «infames monarquías colonialistas».
Según el documento, la Iglesia, usurpando el nombre de Dios, llevó a cabo actos de violencia extrema, «cortó cabezas, enterró espadas y exterminó pueblos y culturas enteras», destruyendo lenguas y creencias originarias con el objetivo de dominar y saquear sus riquezas.
El pronunciamiento enfatiza que la Santa Sede, «blandiendo armas de todo tipo», consolidó su poder mediante la conquista y el robo de «nuestros ricos patrimonios materiales y culturales», los cuales han servido para sostener «el llamado Tesoro del Imperio Vaticano, nada generoso y sí culpable de crímenes de lesa humanidad».
La declaración subraya que el saqueo histórico continúa, con el respaldo de estructuras que desconocen los derechos de los pueblos.
El comunicado sostiene que «desde los millones de voces y almas, acalladas brutalmente por la Inquisición, se alzan todos los pueblos sacrificados y desangrados por ese Estado Vaticano depravado, pedófilo, denunciado así en todo el mundo».
Además, acusa a la Iglesia de seguir aliándose «con las fuerzas de la oscuridad, la barbarie, el genocidio y el mal», para continuar despojando a las naciones de «nuestras sagradas dignidades, creencias, potestades y riquezas materiales y espirituales». En este contexto, el Gobierno de Nicaragua exige justicia y denuncia que el Vaticano, lejos de reconocer su responsabilidad, mantiene su influencia sobre estructuras de poder que perpetúan estas injusticias. Por ello, en nombre de «todos los mártires, de todos los muertos que las prácticas innobles del Estado Vaticano han generado en el mundo entero», el país demanda respeto a «la vida, a la armonía, a la conciencia alzada, y a la sacrosanta espiritualidad propia».