
Pese a su narrativa de “guerra contra las drogas”, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que flexibiliza la política federal sobre la marihuana.
La decisión impulsa la investigación científica del cannabis medicinal y del cannabidiol (CBD), marcando un giro relevante en el enfoque antidroga de su administración.
La orden acelera el proceso para reclasificar la marihuana dentro de la Ley de Sustancias Controladas (CSA).
Actualmente, el cannabis está catalogado como una sustancia sin uso médico aceptado, una definición que ha limitado durante décadas su estudio y aplicación terapéutica a nivel federal.
Aunque no legaliza la marihuana a nivel federal, la orden abre la puerta al acceso regulado de productos con CBD. El objetivo, según el gobierno, es mejorar la información disponible para médicos y pacientes sobre su uso en el tratamiento de enfermedades comunes.
La Casa Blanca sostiene que estos avances podrían ayudar a evaluar el posible papel del cannabidiol en el tratamiento de enfermedades comunes y condiciones crónicas.
La orden ejecutiva también reaviva las críticas por la doble narrativa de la Casa Blanca.
Mientras el Washington flexibiliza su política interna sobre el cannabis, Trump ha justificado operativos militares y acciones de presión en el Caribe, así como amenazas directas contra Venezuela, bajo el argumento de su lucha antidrogas.




